Adolf Hitler

Adolf Hitler (1889-1945) fue el dictador alemán que en 1939 invadió Polonia, encendiendo así la mecha de la Segunda Guerra Mundial. Con el paso del tiempo, el conflicto se extendió a la mayor parte del mundo y provocó la muerte de 50 millones de personas, por no hablar de la estela de destrucción y pobreza que dejó tras de sí. Aunque Hitler contaba con la ayuda de las otras dos potencias del Eje —Japón e Italia—, los vientos dejaron de soplar a su favor en 1943. Dos años después se suicidó de un tiro en la cabeza mientras los victoriosos ejércitos aliados se acercaban al bunker que se había hecho construir en el subsuelo del centro de Berlín.

A diferencia de la mayoría de los dictadores, Hitler gozó de un amplio apoyo popular mientras estuvo en el poder. De hecho, su Partido Nazi obtuvo buenos resultados en las últimas elecciones democráticas que se celebraron en Alemania a principios de los años treinta. Hitler era un magnífico orador, y con su carisma logró convencer a muchos alemanes de que los nazis serían capaces de dar la vuelta a la tortilla y sacar al país de la humillante posición en la que había quedado tras su derrota en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, en cuanto Alemania se rindió, muchos de los que lo habían apoyado se apresuraron a abjurar del führer que había conducido al país a la ruina.

Nació en Austria, que a la sazón era una provincia germanohablante del Imperio austrohúngaro. Quería ser pintor, pero no fue admitido en ninguna escuela de arte de Viena. Se trasladó a Alemania y luchó en la Primera Guerra Mundial, sufriendo heridas de escasa importancia. Antes de que estallara la guerra, Hitler no albergaba ninguna ideología política concreta, pero tras la derrota abrazó la creencia más popular en la época: que una conspiración de judíos era la culpable de la humillación sufrida por su país. Fue así como se unió al entonces desconocido partido político antisemita, el nacionalsocialista, y muy pronto se convirtió en su líder.

El antisemitismo era bastante común en la Alemania anterior a la Primera Guerra Mundial, pero fue la personalidad de Hitler la que atrajo a la mayor parte de los alemanes al Partido Nazi. Albert Speer, un arquitecto que durante la guerra dirigió las fábricas de armas alemanas, declaró haber sentido una «ola de entusiasmo que […] casi podía tocarse» la primera vez que lo escuchó hablar. «Borraba de un plumazo cualquier atisbo de escepticismo, cualquier duda.»

OTROS DATOS DE INTERÉS

1. Después de suicidarse, las fuerzas invasoras soviéticas se hicieron con el cadáver de Hitler. Su cráneo está ahora en un edificio del gobierno en Moscú.

2. Los nazis contaron con multitud de seguidores, incluso en los países occidentales que lucharon contra Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Antes de la guerra, Hitler ya contaba con admiradores en Estados Unidos, entre ellos el famoso piloto Charles Lindberg y el fabricante de automóviles Henry Ford.

3. Hitler quiso demostrar su teoría de la superioridad racial aria en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín. Sin embargo, un atleta negro estadounidense —Jesse Owens— ganó cuatro medallas de oro en lo que supuso uno de los triunfos de mayor renombre en la historia olímpica.

Post Author: Entorno Estudiantil

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *