Antón Chéjov

Antón Chéjov (1860-1904) fue uno de los grandes maestros del relato corto y uno de los mejores dramaturgos de la historia. En no pocas obras que se han convertido en hitos literarios y en un número incalculable de pequeñas piezas geniales en prosa recoge historias memorables de la vida cotidiana. A pesar de que sus trabajos tienen claramente un carácter serio, él sistemáticamente camina sobre la frontera que separa la comedia de la tragedia.

Chéjov nació en el seno de una familia del sur de Rusia sumida en deudas que había comprado su libertad hacía solamente una generación. Mientras estudiaba medicina en Moscú, Chéjov escribió relatos cómicos breves para enviar dinero a sus padres, llegando a vender cientos de ellos bajo distintos seudónimos. Una vez que logró su título de medicina, en 1884, continuó escribiendo y logró un importante respaldo popular sin ni siquiera haber alcanzado los 30 años. A medida que fue cultivando temas más serios y haciendo sus primeras incursiones en la escritura dramática, los críticos literarios empezaron a fijarse en él.

El ahora legendario estreno en San Petersburgo de La gaviota (1896) fue un absoluto fracaso. La obra se publicitó engañosamente como una comedia y, cuando el público empezó a abuchearlo, Chéjov se marchó a hurtadillas del teatro, humillado; esta experiencia casi le llevó a abandonar el teatro. Sin embargo, las representaciones posteriores de esa obra tuvieron una buena acogida, y Chéjov se apuntó un nuevo tanto cuando revisó una obra algo mediocre de sus comienzos y la convirtió en la extraordinaria Tío Vania (1897). Prosiguió con Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904), ambas también consideradas como obras maestras de la tragicomedia. En estas últimas refleja conflictos generacionales y otros problemas familiares, con una presentación dramática sobre el escenario reducida a la mínima expresión. Los acontecimientos más importantes tienen lugar fuera del escenario y se transmiten a través de los diálogos en lugar de la acción.

A pesar de que Chéjov debe su fama a sus obras de teatro, sus relatos cortos son brillantes y posiblemente sin igual. En ellos se despliega el paisaje melancólico de una realidad observada con ojos penetrantes y poblada de personajes que se ahogan en la autocompasión, el aburrimiento y la trivialidad de su vida cotidiana. Generalmente el hilo argumental es mínimo y engañosamente sencillo, dejando los elementos más importantes escondidos bajo la superficie y ofreciendo una resolución mínima o inexistente. Escribió más de 200 relatos cortos, y fueron esenciales a la hora de dar a este género literario el prestigio que tiene en la actualidad.

OTROS DATOS DE INTERÉS

1. Chéjov continuó ejerciendo la medicina incluso en los momentos más brillantes de su carrera literaria. Se le atribuye esta ocurrencia: «La medicina es mi fiel esposa y la literatura es mi amante; cuando me canso de una paso la noche con la otra».

2. Sus obras adquirieron un carácter sagrado tanto en Reino Unido como en Estados Unidos nada más ser traducidas al inglés en la década de 1920. Todavía hoy se representan frecuentemente.

3. Los críticos y los intelectuales rusos a menudo presionaron a Chéjov para que sus escritos adquirieran un matiz más político. Siempre se negó en la creencia de que si politizaba su obra ésta sería menos universal.

Post Author: Entorno Estudiantil

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *