Antropología arqueológica

La antropología arqueológica (más simplemente, “arqueología”) reconstruye, describe e interpreta el comportamiento humano y los patrones culturales a través de restos materiales. En los sitios donde viven o vivieron personas, el arqueólogo encuentra artefactos, objetos materiales que los humanos construyeron, usaron o modificaron como herramientas, armas, sitios de acampar, edificios y basura. Los restos de plantas y animales, así como la basura antigua, cuentan historias acerca del consumo y las actividades.

 Los granos salvajes y domesticados presentan diferentes características, lo que permite a los arqueólogos distinguir entre recolección y cultivo. El examen de huesos animales revela las edades de los especímenes sacrificados y también ofrece información útil para determinar si las especies eran salvajes o domesticadas.

Al analizar tales datos, los arqueólogos responden muchas preguntas acerca de las economías antiguas. ¿El grupo conseguía la carne de la cacería, o domesticaba y criaba animales, y los mataba sólo si tenían cierta edad o sexo? ¿Los alimentos vegetales provenían de plantas salvajes o de la siembra, la atención y la cosecha de cultivos? ¿Los residentes elaboraban, comerciaban o compraban artículos particulares? ¿Localmente había materias primas disponibles? Si no, ¿de dónde provenían? A partir de tal información, los arqueólogos reconstruyen patrones de producción, comercio y consumo.

Los arqueólogos pasan mucho tiempo estudiando fragmentos de vasijas de cerámica o alfarería. Las vasijas son más duraderas que muchos otros artefactos, como los textiles y la madera. La cantidad de fragmentos de alfarería permite estimar el tamaño y la densidad de la población. El descubrimiento de que los alfareros usaban materiales que no estaban disponibles localmente sugiere sistemas de comercio. Las similitudes en la fabricación y la decoración en sitios diferentes puede ser prueba de conexiones culturales.

Los grupos con alfarería similar pueden estar históricamente relacionados. Es probable que sus ancestros culturales hayan sido comunes, comerciaran mutuamente o pertenecieran al mismo sistema político. Muchos arqueólogos examinan la paleoecología. La ecología es el estudio de las interrelaciones entre los seres vivos y su entorno.

Los organismos y el ambiente constituyen en conjunto un ecosistema, un arreglo organizado de flujos e intercambios de energía. La ecología humana estudia los ecosistemas que incluyen personas, y se enfoca en la forma en que los humanos emplean “las influencias naturales y son influidos por la organización social y los valores culturales” (Bennett, 1969, pp. 10-11).

La paleoecología observa los ecosistemas del pasado. Además de reconstruir patrones ecológicos, los arqueólogos pueden inferir transformaciones culturales, por ejemplo, al observar cambios en el tamaño y el tipo de los sitios y la distancia entre ellos. Una ciudad se desarrolla en una región donde hace algunos siglos sólo existían pueblos, villas y aldeas.

El número de niveles de asentamiento (ciudad, pueblo, villa, aldea) en una sociedad es una medida de su complejidad. Las edificaciones ofrecen pistas acerca de las características políticas y religiosas. Los templos y las pirámides sugieren que una sociedad antigua poseía una estructura de autoridad capaz de poner en orden la mano de obra necesaria para construir tales monumentos.

La presencia o ausencia de ciertas estructuras, como las pirámides del antiguo Egipto y México, revela diferencias funcionales entre los asentamientos. Por ejemplo, algunos pueblos fueron lugares donde las tiempo, los asentamientos pueden cambiar en forma y propósito, así como las conexiones entre los asentamientos. La excavación puede documentar cambios en las actividades económicas, sociales y políticas. Aunque los arqueólogos son mejor conocidos por estudiar la prehistoria, esto es, el periodo anterior a la invención de la escritura, también estudian las culturas de las poblaciones históricas e incluso poblaciones vivas.

Al estudiar barcos hundidos en la costa de Florida, arqueólogos submarinos han podido verificar las condiciones de vida en los barcos que trajeron al Nuevo Mundo, como esclavos, a los ancestros de los afroamericanos. En un proyecto de investigación que comenzó en 1973, en Tucson, Arizona, el arqueólogo William Rathje aprendió acerca de la vida contemporánea al estudiar la basura moderna.

El valor de la “basurología”, como Rathje la llama, es que proporciona “evidencia de lo que hizo la población, no de lo que se piensa que hicieron o debieron hacer, o de lo que el entrevistador cree debieron hacer” (Harrison, Rathje y Hughes, 1994, p. 108). Lo que la gente reporta puede contrastar enormemente con su comportamiento real, según revela la basurología.

Por ejemplo, los basurólogos descubrieron que los tres vecindarios de Tucson que reportaron el menor consumo de cerveza, ¡en realidad tenían el mayor número de latas de cerveza desechadas por hogar! (Podolefsky y Brown, 1992, p. 100.)

La basurología de Rathje también ha expuesto malas interpretaciones acerca de cuántos tipos diferentes de basura hay en los vertederos: aunque la mayoría de las personas piensa que los contenedores de comida rápida y los pañales desechables son los principales problemas de basura, de hecho fueron relativamente insignifi cantes en comparación con el papel, incluido el reciclable y amigable con el ambiente (Rathje y Murphy, 2001).

Las personas llegaban para asistir a ceremonias. Otros eran sitios de entierro; incluso otros funcionaron como comunidades agrícolas. Los arqueólogos también reconstruyen los patrones de comportamiento y estilos de vida del pasado mediante excavaciones. Esto implica cavar a través de una sucesión de niveles en un sitio particular.

Post Author: Entorno Estudiantil

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