Comportamiento anómalo

La psicología de lo anómalo, también denominada psicología clínica, es el estudio de los comportamientos que son considerados no normales. Estudia las causas, las manifestaciones y los tratamientos de los hábitos, razonamientos o estímulos patológicos que pueden deberse a factores ambientales, cognitivos, genéticos o neurológicos.

Los psicólogos clínicos llevan a cabo la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de los problemas psicológicos. Son tanto científicos como profesionales clínicos que a menudo se especializan en el tratamiento de diversas enfermedades como los trastornos de ansiedad (ansiedad, angustia o pánico, fobias o trastornos por estrés postraumático); alteraciones del estado de ánimo (depresión, trastorno bipolar o suicidio); problemas con las drogas (alcohol, estimulantes, sustancias alucinógenas, etc.), o enfermedades de gran complejidad como la esquizofrenia. La psicología clínica es una parte clave de la psicología, aunque no la más importante.

No obstante, la mayoría de la gente considera que es la especialidad más interesante e importante de la psicología aplicada. Definición de lo anómalo A pesar de que es relativamente fácil detectar qué personas tienen dificultades mentales o se comportan de manera extraña, es mucho más difícil definir lo patológico. «Anómalo» significa «apartado de lo normal». Así, las personas muy altas o muy bajas son anómalas, tal como lo son las personas muy desgraciadas y muy afortunadas. Por tanto, en términos estrictos, Einstein y Miguel Ángel eran anómalos, así como también lo eran Bach y Shakespeare.

Para la psicología clínica la cuestión no estriba tanto en determinar si una conducta es anómala como si ésta es inadaptada, es decir, que hace que la persona tenga dificultades y problemas sociales. Si una conducta de una persona parece irracional o potencialmente peligrosa para sí misma o para los demás, solemos considerar que es anómala. El psicólogo habla en estos casos de psicopatología, mientras que el hombre de la calle habla de locura o de demencia.

A todos nos gustarían la certeza y la claridad en la distinción entre lo normal y lo anómalo. Sin embargo, sabemos que la historia y la cultura configuran lo que se considera anómalo, y en los libros de texto de psiquiatría se refleja a menudo este hecho. La homosexualidad ya no se considera la enfermedad mental que hace mucho tiempo se creía que era.

En el siglo XIX la masturbación se consideraba un comportamiento anómalo. El nivel socioeconómico, el sexo y la raza están sinónimo del mismo: relacionados con lo anómalo. Las mujeres tienen más probabilidades de padecer anorexia, bulimia o trastornos de ansiedad, en comparación con los hombres; por su parte, los hombres tienen más tendencia a padecer cuadros de abuso de drogas.

Las personas pobres muestran una probabilidad mayor de padecer esquizofrenia, en comparación con las ricas. Los niños norteamericanos sufren una elevada incidencia de trastornos relacionados con la falta de control, en comparación con la incidencia de trastornos relacionados con control excesivo; sin embargo, en los niños sudamericanos ocurre exactamente lo contrario.

En épocas anteriores se consideraba que el comportamiento extraño era debido a una posesión del espíritu. Las personas creían en el animalismo (la creencia de que somos similares a los animales) y que la locura era el resultado de un proceso incontrolado de regresión. En la antigua Grecia se creía que lo anómalo y la enfermedad se debían en general al efecto de los líquidos corporales o «humores». A consecuencia de ello, el tratamiento de la locura en aquellos primeros tiempos conllevaba sobre todo la segregación y el castigo de los pacientes. No se empezó a tratar como una enfermedad humana hasta el siglo XIX.

Criterios sobre los que existe un acuerdo general

Hoy en día las definiciones psicológicas de lo anómalo giran alrededor de una serie de criterios respecto a los cuales hay un acuerdo general. Estos criterios se han denominado las 4 des: dificultades (distress), desviación (deviance), disfunción (dysfunction) y peligro (danger). En general, lo anómalo conlleva dolor y sufrimiento, y uno de los aspectos de este último es el sufrimiento personal agudo y crónico. Uno de los criterios que hay que tener en cuenta es la adaptación inadecuada, es decir, la imposibilidad de realizar las tareas cotidianas, tal como ir a trabajar todos los días, mantener relaciones interpersonales felices o planificar el futuro.

Un criterio aplicado con mucha frecuencia es la irracionalidad, es decir, las creencias extrañas o carentes de lógica respecto al mundo físico o social, y también con mucha frecuencia al mundo espiritual.

El comportamiento anómalo de una persona es a menudo incomprensible para los demás. Por lo general es impredecible, puede tener una gran volatilidad con cambios desde un extremo al otro y, a menudo, el paciente es incapaz de controlar su propio comportamiento. Por lo general, este comportamiento es muy inadecuado. Casi por definición, el comportamiento anómalo es heterodoxo, extraño e indeseable. Por otra parte, tiene también una dimensión moral dado que se asocia con la violación de normas y estándares morales, y la despreocupación por las normas sociales.

El comportamiento ilegal, inmoral e indeseable es anómalo. Otro criterio bastante interesante acerca de lo anómalo es el de las molestias que genera en los demás. Quienes observan un comportamiento anómalo a menudo se sienten incómodos y perciben de manera clara que es algo no normal.

Los problemas conceptuales Los problemas que plantea cualquier definición de anómalo son evidentes. En primer lugar, a la gente sana que vive en una sociedad enferma la suelen considerar anómala. Hay muchos ejemplos de sociedades muy intolerantes respecto a las personas que no se adaptan a sus estrechos (insanos, maladaptativos) estándares de creencias y comportamientos. En segundo lugar, los observadores expertos pueden no estar de acuerdo con que un comportamiento se califique como normal o anómalo.

Incluso cuando se especifican múltiples criterios de anomalía todavía puede existir un desacuerdo básico con respecto a si una persona puede ser considerada en algún sentido anómala. En tercer lugar, hay diferencias entre el actor y el observador: ¿quién tiene que juzgar a quién? Los actores no suelen considerar que su comportamiento sea anómalo; la mayor parte de nosotros nos sentimos razonablemente confiados acerca de nosotros mismos y es cierto que a este respecto poseemos gran cantidad de información que los demás no poseen. Sin embargo, hay trampas y peligros bien conocidos en lo relativo al autodiagnóstico. Es más fácil ser observador y evaluar como anómalo el comportamiento de los demás, sobre todo el de aquellos que son diferentes a nosotros o que nos amenazan.

Autodiagnóstico

Un objetivo importante de la orientación, la educación y el tratamiento es el de ayudar a las personas a adquirir una consciencia más clara de sí mismas. Parece evidente que algunas personas con enfermedades mentales y también algunas personas supuestamente normales tienen poca información con respecto a sus problemas. En muchos sentidos, parece como si quisieran engañarnos. De la misma forma, los estudiantes de psicología clínica señalan que reconocen en muchos casos que sufren ciertas enfermedades mentales cuando las estudian en los libros de texto.

Ello se debe a que muchos de nosotros poseemos un sentido exagerado de la individualidad de algunos pensamientos o comportamientos privados, no compartidos o incluso «prohibidos» o que suscitan desaprobación. Todos nosotros escondemos ciertos aspectos de nuestro yo y podemos darnos cuenta súbitamente de que dichos aspectos aparecen en los libros de texto incluidos en las listas de los comportamientos anómalos.

La psicología de lo anómalo, también denominada psicología clínica, es el estudio de los comportamientos que son considerados no normales. Estudia las causas, las manifestaciones y los tratamientos de los hábitos, razonamientos o estímulos patológicos que pueden deberse a factores ambientales, cognitivos, genéticos o neurológicos.

Los psicólogos clínicos llevan a cabo la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de los problemas psicológicos. Son tanto científicos como profesionales clínicos que a menudo se especializan en el tratamiento de diversas enfermedades como los trastornos de ansiedad (ansiedad, angustia o pánico, fobias o trastornos por estrés postraumático); alteraciones del estado de ánimo (depresión, trastorno bipolar o suicidio); problemas con las drogas (alcohol, estimulantes, sustancias alucinógenas, etc.), o enfermedades de gran complejidad como la esquizofrenia. La psicología clínica es una parte clave de la psicología, aunque no la más importante.

No obstante, la mayoría de la gente considera que es la especialidad más interesante e importante de la psicología aplicada. Definición de lo anómalo A pesar de que es relativamente fácil detectar qué personas tienen dificultades mentales o se comportan de manera extraña, es mucho más difícil definir lo patológico. «Anómalo» significa «apartado de lo normal». Así, las personas muy altas o muy bajas son anómalas, tal como lo son las personas muy desgraciadas y muy afortunadas. Por tanto, en términos estrictos, Einstein y Miguel Ángel eran anómalos, así como también lo eran Bach y Shakespeare.

Para la psicología clínica la cuestión no estriba tanto en determinar si una conducta es anómala como si ésta es inadaptada, es decir, que hace que la persona tenga dificultades y problemas sociales. Si una conducta de una persona parece irracional o potencialmente peligrosa para sí misma o para los demás, solemos considerar que es anómala. El psicólogo habla en estos casos de psicopatología, mientras que el hombre de la calle habla de locura o de demencia.

A todos nos gustarían la certeza y la claridad en la distinción entre lo normal y lo anómalo. Sin embargo, sabemos que la historia y la cultura configuran lo que se considera anómalo, y en los libros de texto de psiquiatría se refleja a menudo este hecho. La homosexualidad ya no se considera la enfermedad mental que hace mucho tiempo se creía que era.

En el siglo XIX la masturbación se consideraba un comportamiento anómalo. El nivel socioeconómico, el sexo y la raza están sinónimo del mismo: relacionados con lo anómalo. Las mujeres tienen más probabilidades de padecer anorexia, bulimia o trastornos de ansiedad, en comparación con los hombres; por su parte, los hombres tienen más tendencia a padecer cuadros de abuso de drogas.

Las personas pobres muestran una probabilidad mayor de padecer esquizofrenia, en comparación con las ricas. Los niños norteamericanos sufren una elevada incidencia de trastornos relacionados con la falta de control, en comparación con la incidencia de trastornos relacionados con control excesivo; sin embargo, en los niños sudamericanos ocurre exactamente lo contrario.

En épocas anteriores se consideraba que el comportamiento extraño era debido a una posesión del espíritu. Las personas creían en el animalismo (la creencia de que somos similares a los animales) y que la locura era el resultado de un proceso incontrolado de regresión. En la antigua Grecia se creía que lo anómalo y la enfermedad se debían en general al efecto de los líquidos corporales o «humores». A consecuencia de ello, el tratamiento de la locura en aquellos primeros tiempos conllevaba sobre todo la segregación y el castigo de los pacientes. No se empezó a tratar como una enfermedad humana hasta el siglo XIX.

Criterios sobre los que existe un acuerdo general

Hoy en día las definiciones psicológicas de lo anómalo giran alrededor de una serie de criterios respecto a los cuales hay un acuerdo general. Estos criterios se han denominado las 4 des: dificultades (distress), desviación (deviance), disfunción (dysfunction) y peligro (danger). En general, lo anómalo conlleva dolor y sufrimiento, y uno de los aspectos de este último es el sufrimiento personal agudo y crónico. Uno de los criterios que hay que tener en cuenta es la adaptación inadecuada, es decir, la imposibilidad de realizar las tareas cotidianas, tal como ir a trabajar todos los días, mantener relaciones interpersonales felices o planificar el futuro.

Un criterio aplicado con mucha frecuencia es la irracionalidad, es decir, las creencias extrañas o carentes de lógica respecto al mundo físico o social, y también con mucha frecuencia al mundo espiritual.

El comportamiento anómalo de una persona es a menudo incomprensible para los demás. Por lo general es impredecible, puede tener una gran volatilidad con cambios desde un extremo al otro y, a menudo, el paciente es incapaz de controlar su propio comportamiento. Por lo general, este comportamiento es muy inadecuado. Casi por definición, el comportamiento anómalo es heterodoxo, extraño e indeseable. Por otra parte, tiene también una dimensión moral dado que se asocia con la violación de normas y estándares morales, y la despreocupación por las normas sociales.

El comportamiento ilegal, inmoral e indeseable es anómalo. Otro criterio bastante interesante acerca de lo anómalo es el de las molestias que genera en los demás. Quienes observan un comportamiento anómalo a menudo se sienten incómodos y perciben de manera clara que es algo no normal.

Los problemas conceptuales Los problemas que plantea cualquier definición de anómalo son evidentes. En primer lugar, a la gente sana que vive en una sociedad enferma la suelen considerar anómala. Hay muchos ejemplos de sociedades muy intolerantes respecto a las personas que no se adaptan a sus estrechos (insanos, maladaptativos) estándares de creencias y comportamientos. En segundo lugar, los observadores expertos pueden no estar de acuerdo con que un comportamiento se califique como normal o anómalo.

Incluso cuando se especifican múltiples criterios de anomalía todavía puede existir un desacuerdo básico con respecto a si una persona puede ser considerada en algún sentido anómala. En tercer lugar, hay diferencias entre el actor y el observador: ¿quién tiene que juzgar a quién? Los actores no suelen considerar que su comportamiento sea anómalo; la mayor parte de nosotros nos sentimos razonablemente confiados acerca de nosotros mismos y es cierto que a este respecto poseemos gran cantidad de información que los demás no poseen. Sin embargo, hay trampas y peligros bien conocidos en lo relativo al autodiagnóstico. Es más fácil ser observador y evaluar como anómalo el comportamiento de los demás, sobre todo el de aquellos que son diferentes a nosotros o que nos amenazan.

Autodiagnóstico

Un objetivo importante de la orientación, la educación y el tratamiento es el de ayudar a las personas a adquirir una consciencia más clara de sí mismas. Parece evidente que algunas personas con enfermedades mentales y también algunas personas supuestamente normales tienen poca información con respecto a sus problemas. En muchos sentidos, parece como si quisieran engañarnos. De la misma forma, los estudiantes de psicología clínica señalan que reconocen en muchos casos que sufren ciertas enfermedades mentales cuando las estudian en los libros de texto.

Ello se debe a que muchos de nosotros poseemos un sentido exagerado de la individualidad de algunos pensamientos o comportamientos privados, no compartidos o incluso «prohibidos» o que suscitan desaprobación. Todos nosotros escondemos ciertos aspectos de nuestro yo y podemos darnos cuenta súbitamente de que dichos aspectos aparecen en los libros de texto incluidos en las listas de los comportamientos anómalos.

Post Author: Entorno Estudiantil

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