DESARROLLO EMOCIONAL
Y PSICOPATOLOGÍA INFANTIL

El desarrollo es como una larga cadena eslabonada que no admite saltos ni apresuramientos, depende del proceso de maduración del cerebro, del sistema nervioso y las demás partes del cuerpo, el cual se logra poco a poco en la medida en la que los niños alcanzan los logros que son prerrequisitos para nuevos aprendizajes.

El crecimiento emocional es algo adquirido en el transcurso de la vida de un individuo, no hay certeza de cuándo culmina pero lo cierto es que es la base para que una persona pueda funcionar socialmente en otras etapas de la vida. En la niñez, la responsabilidad del desarrollo emocional depende de un adulto significativo, en general de la madre y otros adultos cercanos, de manera que los niños puedan obtener una base segura y sólida sobre el manejo de sus emociones y los valores humanos; esto es, el desarrollo moral.

El periodo tan prolongado de la infancia se ha considerado como una ventaja de los humanos sobre otras especies, ya que ese tiempo permite una gran flexibilidad en el desarrollo de lo complejo del cerebro humano, el cual básicamente se estructura por la información que proviene del ambiente. El trabajo contemporáneo de autores como Gross (2007) y Thompson y Meyer (2007), coinciden con autores clásicos como Sander, Bowlby, Mahler y Winnicott, entre otros, que sostienen que los seres humanos en la infancia sólo pueden funcionar adecuadamente si cuentan con un cuidador con el que establezcan una relación que les proporcione apoyo.

Los objetivos que evocan la emoción y las evaluaciones que realizan los niños de las circunstancias que consideran relevantes conforme a sus metas, cambian a medida que éstos maduran cognitiva y emocionalmente y por la estimulación ambiental a la que estén expuestos. Es sólo después del segundo año cuando los niños pequeños sienten vergüenza al ser alabados efusivamente, posteriormente desarrollan un sentido del self que altera el sentido del elogio social y motiva los esfuerzos para manejar la autoconsciencia resultante. Es más, las interconexiones entre los componentes de la emoción, tales como las edades de vinculación entre las experiencias subjetivas y las expresiones faciales, se organizan conforme el desarrollo y son afectadas por las experiencias sociales. Una perspectiva del desarrollo permite a los investigadores de las emociones entender que muchas características de la experiencia emocional están organizadas y estables en la adultez no por sus fundamentos biológicos, sino por sus orígenes en las influencias multifacéticas del desarrollo (Thompson & Meyer, 2007).

Las emociones desempeñan un papel muy importante en la vida, ya que son esenciales para las adaptaciones personales y sociales futuras. La capacidad para responder emotivamente se encuentra presente en los recién nacidos; la primera señal de conducta emotiva es la excitación general, debido a una fuerte estimulación. Sin embargo, al nacer el pequeño no muestra respuestas bien definidas que se puedan identificar. Antes de que pase el periodo del neonato, la excitación general del recién nacido se diferencia en reacciones sencillas que surgieren placer y desagrado.

Las respuestas desagradables se pueden obtener modificando la posición del bebé, produciendo ruidos fuertes y repentinos, impidiéndole los movimientos. Esos estímulos provocan llanto y actividad masiva. Por otra parte, las respuestas agradables se ponen de manifiesto cuando el bebé mama. Antes de que los bebés tengan un año de edad, las expresiones emotivas que tienen se pueden reconocer como similares a la de los adultos.

El vínculo es una unión entre el niño y la persona que lo cuida, por lo general su madre. Éste proporciona una base emocional segura, a partir de la cual se desarrollan las relaciones maduras. Las investigaciones demuestran que un vínculo inadecuado impide el desarrollo emocional y social a lo largo de la vida. Se ha comprobado que las primeras experiencias influyen en las actitudes hacia el proceso de aprendizaje, en el concepto que el niño tiene de sí mismo y en la capacidad para formar y mantener relaciones sociales y emocionales en el futuro.

La terapia infantil se realiza cuando se presentan problemas en el manejo de las emociones que aluden a conductas consideradas como disruptivas en el ajuste socio-emocional del menor. Debido a su importancia en el desarrollo de la personalidad y el funcionamiento de un individuo en el ámbito social dentro de una determinada cultura, es importante ofrecer un breve panorama de lo que éstas son y la manera en que se han ido conceptuando para su estudio, antes de continuar revisando cómo se desarrollan desde el nacimiento hasta la pubertad, que es el grupo etario objeto de este libro.

Post Author: Entorno Estudiantil

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