El contacto

El contacto es una de las principales necesidades psicológicas del ser humano. Sin él, la persona se ve sometida a marcados desajustes de la personalidad y, en casos extremos, a la muerte. Se han realizado numerosos estudios para determinar el grado de deterioro de la personalidad en individuos que han crecido careciendo de contactos4 En España hay uno que se realizó hace varios años con niños que se criaron en hospicios. Los americanos han llevado a cabo estudios con monos bebés y han observado la influencia que tenían los distintos tipos de contacto que se les proporcionó.

En el vientre materno, desde el momento de nuestra concepción, todo se nos dio hecho: comida, calor, seguridad, etc. Con el nacimiento perdimos esa simbiosis que mantuvimos con nuestra madre durante el embarazo, y de la etapa simbiótica pasamos a otra de total y absoluta dependencia durante los primeros meses de nuestra vida. Dependencia que progresivamente vamos perdiendo a través de los años y la maduración.

Podríamos definir el contacto como ese pasaje que se establece entre la unión y la separación: es el punto mismo en que pasamos de una situación de separación a otra de unión, y viceversa.

A través del contacto, cada ser humano tiene la posibilidad de encontrarse en forma nutricia con el mundo exterior, realizando una incorporación o intercambio de alimentos, afectos, etc. Este intercambio se lleva a cabo a través de esta síntesis entre la unión y la separación que es el contacto.

Continuamente el ser humano se conecta y se desconecta del medio. El encuentro, que puede darse en un momento, acaba inmediatamente para ser sustituido por el retiro, de forma más o menos voluntaria, ya que lo podemos llevar a cabo nosotros o los demás. En este período de contacto yo te toco, te hablo, te escucho, te sonrío, te conozco, te quiero, etc. Pero también cuando me desconecto estoy solo. Puedo conservar tu recuerdo, como mecanismo para no sentirme así; sin embargo, cuando retiro el contacto me quedo solo. El ritmo contacto-retirada es necesario para el buen funcionamiento del organismo.

Durante toda la vida tratamos de mantener el equilibrio entre libertad (o separabilidad) y unión (o acercamiento), en función de nuestras necesidades.

Cada persona tiene su espacio vital dentro del cual, y dependiendo del momento, puede recibir o abrirse a determinadas personas; pero nadie debe invadir su espacio. Si esto ocurre nos sentimos amenazados en nuestra integridad e individualidad.

El espacio vital es un concepto psicofisiológico, un espacio territorial imaginario que nos sirve para definir la cantidad de contacto, la calidad, el tiempo de duración de ese contacto y la proximidad que cada cual necesita para sentirse seguro sin correr el peligro de sentirse invadido por el otro o los otros.

Cuando hacemos demasiado hincapié en mantener rígidamente ese espacio territorial, corremos el riesgo de reducir el contacto con los demás. Esta reducción del contacto le conduce al ser humano a la soledad, que, sin embargo a veces elige como opción más segura y menos generadora de angustia. La mayoría de las veces, esta reducción del contacto se realiza por temor o por miedo aunque el deseo de contactar con los demás sea grande, este temor que sentimos cuando ese alguien se acerca nos impide retirar nuestros límites y abrirnos.

Cuando sucede lo contrario, es decir, cuando nuestro yo está en continuo contacto con el mundo, mostrando una extroversión compulsiva, se pierde esa intimidad creativa y de concentración, diluyéndose los límites del yo, haciéndose a veces difícil distinguir entre el ambiente y la persona.

El contacto sólo puede darse entre personas que están separadas, que necesitan independencia, y que a la vez necesitan contacto sin quedar enganchadas en esa relación.

En el contacto, en el momento de la unión, yo no soy solamente yo, ni tu solamente tú: tú y yo somos ahora nosotros. Y cuando me conecto contigo entro en contacto, expongo mi existencia independiente y puedo quedarme enganchado en esa relación. El contacto es un peligro, pero también es la base del crecimiento y de la maduración. Así, un contacto adecuado y sano es la savia vital del crecimiento. Sólo en mi relación y contacto con los demás mi experiencia y tu experiencia entran en relación y nuestros mundos pueden cambiar, ya sea a través del intercambio de experiencias o de la realización de algo nuevo juntos. El cambio es el producto forzoso del contacto. A través del contacto se realiza un tipo de aprendizaje que surge del intercambio de experiencias, de lo que tú piensas y sientes, y de lo que yo pienso y siento.

Post Author: Entorno Estudiantil

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