El microsistema

Un microsistema es un patrón de actividades, roles y relaciones interpersonales que la persona en desarrollo experimenta en un entorno determinado, con características físicas y materiales particulares. El microsistema refleja el entorno inmediato en el que interactuamos. No hay un sólo microsistema, sino muchos.

Conforme nos desarrollamos en sociedad, vamos incorporando nuevos microsistemas y vamos experimentando la influencia de otras personas en nuestro comportamiento. Los microsistemas se caracterizan por sus actividades, roles y relaciones interpersonales. Esto es algo que ya habíamos presentado al hablar de los sistemas sociales: en ellos los participantes generan vínculos con otras personas, asumen roles y desarrollan determinadas actividades que los definen.

El desarrollo de la persona es, en parte, la creación de nuevos microsistemas en los que interactuar. El bebé comienza con un número limitado de microsistemas (familia y cuidadores, básicamente), para ir incorporando durante su desarrollo nuevos microsistemas a su entorno (escuela, amigos, etc.). Lo importante para Bronfenbrenner es que estos microsistemas permiten asumir nuevos roles, establecer nuevas relaciones interpersonales y realizar distintas actividades: permiten crecer personalmente. Y en el caso de que se produzcan procesos destructivos en alguno de estos microsistemas, los demás pueden servir de apoyo al desarrollo.

En otros términos, cuanto mayor sea el número de patas que sostengan un taburete -cuanto mayor sea el número de microsistemas en los que interactúa la persona-, mayor número de patas rotas aguantará antes de ceder, es decir, mayor resistencia presentará ante situaciones negativas o pérdida de algunos contextos. Por consiguiente, se trata de una teoría que defiende la apertura de la persona al mundo y, como veremos, la necesidad de diseñar y planificar de forma global intervenciones que permitan mantener o mejorar procedimientos de apertura al mundo de las personas en su vida social. Hasta cierto punto, somos lo que hacemos en nuestros microsistemas, y lo que hacemos determina cómo los percibimos y cómo nos percibimos a nosotros mismos.

El alumno con problemas de aprendizaje que es centro de las ironías del profesor aprende de esta manera a percibirse diferente a los demás, de la misma manera que el ocioso que se enrola de voluntario en una organización de ayuda aprende a percibirse como una persona útil. La cuestión, entonces, es qué capacidad tienen las personas para ensayar nuevos roles y realizar nuevas actividades en distintos microsistemas. Desde el punto de vista de la ecología del desarrollo humano, esta capacidad deriva tanto de las características de la persona como de la estructura del ambiente.

Aquí el concepto clave es el de relación. Tanto la posibilidad de que las personas se relacionen en un microsistema como de que los propios microsistemas puedan a su vez relacionarse es la base del desarrollo humano. Además, esta relación debe permitir el protagonismo de los participantes, con el objeto de que se asuman nuevos roles y se potencie la actividad en su sentido más amplio. Como veremos, un desarrollo completo no sólo incluye la interacción en microsistemas diversos, sino la posibilidad de que dichos microsistemas reflejen también un patrón de relaciones que faciliten el intercambio de información y las múltiples influencias entre ambos. Éste sería el siguiente nivel de análisis: el mesosistema.

Post Author: Entorno Estudiantil

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