La capa de ozono

La atmósfera terrestre se divide en varias capas. Los humanos vivimos en la troposfera, un entorno rico en oxígeno que se extiende hasta llegar justo por encima de la cumbre del Everest. La siguiente capa, a unos 10 o 15 kilómetros por encima de la superficie, se conoce como estratosfera. Alberga el 90% del ozono del mundo (03), una molécula de gran importancia que hace que la vida humana sea posible. Cuando hablamos de la capa de ozono nos referimos a la parte de la estratosfera en la que se produce la mayor concentración de esta sustancia, un área que se encuentra aproximadamente a 25 kilómetros por encima del nivel del mar.

El ozono es una molécula extraña. Está compuesta de tres átomos de oxígeno, mientras que las moléculas de oxígeno normales sólo tienen 2 (02). Por cada dos millones de moléculas de oxígeno que existen sólo hay tres moléculas de ozono. Sin embargo, la capa de ozono absorbe entre el 97% y el 99% de la luz ultravioleta procedente del Sol. La radiación ultravioleta (UV) produce cataratas, quemaduras y cáncer de piel, además de dañar las cosechas y la vida marina.

El ozono absorbe la radiación UV en un equilibrio dinámico. Cuando la radiación golpea una molécula de ozono, ésta se divide en una Molécula de oxígeno (02) y un único e inestable átomo de oxígeno. Este átomo de oxígeno rápidamente se une a una molécula de oxígeno, dando lugar a una nueva molécula de ozono. Desgraciadamente, cuando se liberan a la atmósfera algunos compuestos halógenos de fabricación humana (los más conocidos son los clorofluorocarbonados, CFC), se puede interferir en este proceso tremendamente útil.

Cuando se inventaron, hace medio siglo, los CFC fueron considerados unos compuestos milagrosos: eran sustancias estables, baratas y no tóxicas. Se podían emplear en los refrigeradores, los gases propulsores de los pulverizadores, los productos de limpieza para aparatos electrónicos y esterilizadores para hospitales.

En 1988 se habían utilizado más de 320 000 toneladas métricas de CFC en todo el mundo. Cuando los CFC llegaron hasta la estratosfera, la radiación ultravioleta comenzó a romper sus moléculas. Este proceso liberó clorina, que se adhirió al ozono destruyéndolo. Un único átomo de clorina puede destruir hasta 100 000 moléculas de ozono. La disminución de la capa de ozono durante la última mitad del siglo XX desembocó en la firma del Protocolo de Montreal de 1987, que prohibió oficialmente la utilización de CFC en los países desarrollados.

OTROS DATOS DE INTERÉS

1. Todas las primaveras desde principios de 1980 se ha venido detectando un «agujero» en la capa de ozono sobre ¡a Antártida. No se trata literalmente de un agujero sino de una disminución de hasta el 60% del grosor de la capa en los peores años.

2. A pesar de que la capa de ozono sigue siendo considerablemente más fina que hace medio siglo, investigaciones científicas recientes sugieren que está recuperándose y que podría volver a su estado original a finales del siglo XXI.

3. La clorina procedente de las piscinas, la sal del mar y los volcanes no puede llegar hasta la estratosfera.

Post Author: Entorno Estudiantil

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *