LENGUAJE, PENSAMIENTO Y CULTURA

El bien conocido lingüista Noam Chomsky (1955) argumenta que el cerebro humano contiene un conjunto limitado de reglas para organizar el lenguaje, de modo que todos los lenguajes tienen una base estructural común. (Chomsky llama a este conjunto de reglas gramática universal.)

El hecho de que la gente pueda aprender lenguas extranjeras y que las palabras e ideas puedan traducirse de un idioma a otro confirma la postura de Chomsky acerca de que todos los humanos tienen capacidades lingüísticas y procesos de pensamiento similares.

Otra línea que apoya dicha postura se relaciona con las lenguas criollas. Tales idiomas se desarrollan a partir de lenguas francas y se forman en situaciones de aculturación, cuando diferentes sociedades entran en contacto y deben diseñar un sistema de comunicación. Como se mencionó en el capítulo “Cultura”, las lenguas francas basadas en el inglés y las lenguas nativas se desarrollaron en el contexto del comercio y el colonialismo en China, Papúa Nueva Guinea y África occidental.

Con el tiempo, después de generaciones de hablarse, las lenguas francas pueden devenir en lenguas criollas. Se trata de lenguas más maduras, con reglas gramaticales desarrolladas y hablantes nativos (es decir, personas que aprenden el idioma como su principal medio de comunicación durante la enculturación).

Las lenguas criollas se hablan en muchas sociedades caribeñas. El gullah, que es hablado por los afroamericanos de las islas costeras de Carolina del Sur y Georgia, también es una lengua criolla. Para apoyar la idea de que tales lenguas se basan en la gramática universal, está el hecho de que comparten ciertas características.

Sintácticamente, todos usan partículas para formar oraciones en futuro y pasado, y negación múltiple para rechazar o negar (por ejemplo, él no tiene nada). Además, todos forman preguntas al cambiar la infl exión en lugar de cambiar el orden de la palabra. Por ejemplo: “You’re going home for the holidays?” (¿Irás a casa durante las vacaciones?) (con una elevación de tono al fi nal), en lugar de “Are you going home for the holidays?”.

Hipótesis Sapir-Whorf

Otros lingüistas y antropólogos tienen un enfoque diferente para analizar la relación entre idioma y pensamiento. En lugar de buscar estructuras y procesos lingüísticos universales, creen que diferentes idiomas producen también diversas formas de pensamiento.

Esta posición en ocasiones se conoce como hipótesis SapirWhorf, en honor de Edward Sapir (1931) y su alumno Benjamin Lee Whorf (1956), sus destacados y primeros defensores. Sapir y Whorf afirman que las categorías gramaticales de diferentes idiomas conducen a sus hablantes a pensar las cosas en formas particulares. Por ejemplo, los pronombres singulares de la tercera persona en inglés (he, she; him, her; his, hers) distinguen el género, mientras que los de Palaung, una pequeña tribu en Burma, no lo hacen (Burling, 1970).

En inglés existe el género, aunque no en un sistema completamente desarrollado de concordancia sustantivo, género y adjetivo, como el francés y otras lenguajes romances (la belle fi lle, le beau fi ls). En consecuencia, la hipótesis Sapir-Whorf puede sugerir que los angloparlantes ponen mayor atención a las diferencias entre hombres y mujeres, en comparación con los palaung, pero en menor grado que los franco o hispanohablantes.

El inglés divide el tiempo en pasado, presente y futuro. El idioma hopi, que hablan un grupo de indios pueblo del suroeste nativo-americano, no lo hace. En vez de ello, los hopi distinguen entre eventos que existen o existieron (el presente y el pasado que usamos para discutir) y aquellos que todavía no existen (los eventos futuros, junto con eventos imaginarios e hipotéticos).

Whorf argumenta que esta diferencia conduce a los hablantes hopi a pensar en el tiempo y en la realidad de formas diferentes a como lo hacen los angloparlantes. Un ejemplo similar proviene del portugués, que emplea una forma verbal del futuro subjuntivo, que introduce un grado de incertidumbre en las discusiones sobre el futuro.

En inglés, con frecuencia se usan oraciones en futuro para hablar de algo que se cree puede ocurrir. No se tiene la necesidad de aclarar que “El Sol saldrá mañana” agregando “si no se convierte en supernova”. No se vacila en afirmar “Te veré el próximo año”, aun cuando no se esté absolutamente seguro de que así será. El futuro subjuntivo portugués califica los eventos futuros y reconoce que el futuro puede no ser algo seguro.

Nuestra forma de expresar el futuro como algo cierto está tan dentro de nosotros que incluso no nos la cuestionamos, tal como los hopi no ven la necesidad de distinguir entre presente y pasado, ambos son reales, mientras el futuro permanece hipotético. Sin embargo, parecería que el idioma no restringe necesariamente el pensamiento, porque las transformaciones culturales pueden producir cambios en el pensamiento y en el idioma, como se verá en la siguiente sección.

Vocabulario focal Un léxico (o vocabulario) es un diccionario del idioma, el conjunto de nombres para cosas, eventos e ideas. El léxico influye en la percepción. Los esquimales tienen muchas palabras para describir diferentes tipos de nieve; en inglés no hay tal distinción. La mayoría de los angloparlantes nunca notan las diferencias entre los distintos tipos de nieve y pueden tener problemas al tratar de distinguirlos incluso si alguien se las señala.

Los esquimales reconocen y piensan en diferentes tipos de nieve, a diferencia de las personas que hablan en inglés, que no lo hacen porque su idioma les proporciona sólo una palabra para ello. De igual modo, los nuer de Sudán poseen un elaborado vocabulario para describir al ganado.

El vocabulario es el área del lenguaje que cambia con mayor facilidad. Nuevas palabras y distinciones, cuando es preciso, aparecen y se propagan. Por ejemplo, ¿hace una generación quién habría faxeado o enviado algo por correo electrónico? Los nombres de los objetos se vuelven más simples conforme son más comunes e importantes.

Una televisión se ha convertido en TV, un automóvil en carro y un disco de video digital en un DVD. Lenguaje, cultura y pensamiento están interrelacionados. Sin embargo, y en oposición a la hipótesis Sapir-Whorf, puede ser más razonable decir que los cambios en la cultura producen cambios en el lenguaje y el pensamiento y no lo contrario.

Considere las diferencias entre mujeres y hombres estadounidenses en cuanto a los términos de color que utilizan (Lakoff, 2004). Las distinciones implicadas por términos como salmón, óxido, durazno, beige, turquesa, malva, arándano y naranja oscura no aparecen en los vocabularios de la mayoría de los hombres estadounidenses.

No obstante, muchas de ellas ni siquiera figuraban en el vocabulario de las estadounidenses hace 50 años. Tales modificaciones reflejan cambios en la economía, la sociedad y la cultura estadounidenses. Los términos y las distinciones de color aumentaron con el crecimiento de las industrias de la moda y los cosméticos.

En el léxico de los estadounidenses hay un contraste (y crecimiento) similar en los vocabularios respecto al futbol, el basquetbol y el hockey. Los fanáticos deportivos, con más frecuencia hombres que mujeres, utilizan más términos que se refieren a, y hacen distinciones más elaboradas entre, los juegos que observan, como el hockey.

Por tanto, los contrastes y cambios culturales afectan las distinciones lexicales (por ejemplo, color durazno frente a salmón) dentro de dominios semánticos (por ejemplo, terminología del color). La semántica se refiere al sistema de significados de un lenguaje.

Significado

Los hablantes de lenguajes particulares usan conjuntos de términos para organizar, o categorizar, sus experiencias y percepciones. Los términos y contrastes lingüísticos codifican (representan) las diferencias de significados que percibe la gente.

La etnosemántica estudia tales sistemas de clasificación en varios idiomas. Los dominios (conjuntos de cosas, percepciones o conceptos relacionados nombrados en un lenguaje) etnosemánticos, que han sido muy bien estudiados, incluyen las terminologías del parentesco y el color.

Cuando se estudian tales dominios, se examina cómo dichas personas perciben y distinguen entre relaciones de parentesco o entre los colores. Otros dominios incluyen la etnomedicina: la terminología para las causas, síntomas y curas de la enfermedad (Frake, 1961); etnobotánica: clasificación nativa de las plantas (Berlin, Breedlove y Raven, 1974; Carlson y Maffi , 2004; Conklin, 1954), y etnoastronomía (Goodenough, 1953).

Las formas en las que la gente divide el mundo, los contrastes que perciben como significativos o significantes, reflejan sus experiencias (vea Bicker, Sillitoe y Pottier, eds., 2004). Los antropólogos descubrieron que ciertos dominios lexicales y objetos de vocabulario evolucionaron en un orden determinado. Por ejemplo, después de estudiar la terminología de color en más de 100 lenguas, Berlin y Kay (1991, 1999) descubrieron diez términos de color básicos: blanco, negro, rojo, amarillo, azul, verde, café, rosa, naranja y morado (evolucionaron más o menos en dicho orden).

El número de términos varió con la complejidad cultural. Un extremo estuvo representado por los agricultores de Papúa Nueva Guinea y los cazadores-recolectores australianos, quienes usaron sólo dos términos básicos, que se traducirían como negro y blanco u oscuro y claro.

En el otro extremo del continuo aparecen idiomas europeos y asiáticos con todos los términos de color. La terminología del color estaba más desarrollada en áreas que compartían una historia en el uso de tintes y colorantes artificiales.

Post Author: Entorno Estudiantil

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