Lóbulo parietal

Lóbulo parietal

1. Anatomía

El lóbulo parietal se encuentra situado en la zona posterosuperior de la corteza cerebral, bajo el hueso craneal homónimo. Por su zona anterior limita con el lóbulo frontal y por la posterior con el lóbulo occipital, mientras que por su parte inferior la prolongación de la Cisura de Silvio establece su límite con el lóbulo temporal.

En su cara interna el límite está formado por la circunvolución cingular. Su superficie se divide en una zona anterior (Áreas 1,2, 3 y 43 de Brodmann) que corresponde a la corteza somatosensorial primaria y otra zona posterior (Áreas 39 y 40) que funcionalmente corresponde a la corteza somatosensorial asociativa.

2. Funciones

Procesamiento somestésico El término somestésica o somatoestesia significa capacidad sensorial para identificar las sensaciones corporales. El procesamiento somestésico se localiza en la zona anterior del lóbulo parietal y está integrado por áreas primarias y asociativas. Las áreas primarias se localizan en el giro postcentral y son el lugar de recepción de los estímulos procedentes de los núcleos ventrales del tálamo que transmiten información somatosensorial referente 90 Introducción a la Neuropsicología a sensaciones de dolor, vibración, temperatura, tacto, presión, posición y movimiento procedentes de los receptores sensoriales situados en la piel, las articulaciones, los músculos y las vísceras.

Las áreas somestésicas de asociación están situadas en la zona posterior del lóbulo parietal, en la convergencia con los lóbulos occipitales y temporales y son responsables de sintetizar e integrar los estímulos sensoriales somáticos, permitiendo dotarlos de significado, así como tomar conciencia de la posición de nuestro cuerpo, de los objetos que nos rodean y su situación espacial. Si le pedimos a un sujeto que palpe un objeto sin verlo y posteriormente le pedimos que lo seleccione visualmente entre varios objetos presentados, la persona debe integrar la información visual y táctil para llegar a una única percepción del objeto. Esta función integradora de la corteza asociativa es una forma superior de análisis perceptivo relacionado con procesos cognitivos más sofisticados como pensamiento y razonamiento.

Existe asimetría funcional entre ambos lóbulos parietales, ya que la región asociativa parietotemporal izquierda está más especializada en el procesamiento de la información simbólica-analítica que se relaciona con el lenguaje y la aritmética, mientras que la zona homóloga del lóbulo parietal derecho tiene una representación espacial integrada, especialmente visual y auditiva.

2.2. Sentido del gusto

Los receptores gustativos situados en la superficie de la lengua transmiten la información sensorial hasta la corteza parietal a través de los nervios facial, glosofaríngeo y vago. La corteza gustativa primaria, especializada en la identificación de las sensaciones gustativas se localiza en el Homúnculo somatosensorial de Penfield situado en la zona postrolándica. La corteza gustativa asociativa, encargada de atribuir significado a los diferentes sabores, se localiza en la fisura lateral del lóbulo parietal. Una peculiaridad del sentido del gusto es el de tratarse de un quimiosentido que a diferencia de otros sistemas sensoriales tiene proyecciones corticales fundamentalmente ipsilaterales.

3.2.3. Control motor

Aunque las competencias motoras del lóbulo parietal son muy limitadas, dispone de algunas conexiones con estructuras subcorticales, participando en la ejecución de movimientos gruesos, ya que los movimientos finos están relacionados con el Área 4 del lóbulo frontal. También es el responsable de situar la posición espacial de los objetos y del cuerpo, permitiendo la realización de movimientos precisos en el espacio y dirigiendo adecuadamente los movimientos realizados hacia los objetivos deseados.

Hay asimetría en las funciones motoras que desempeña el lóbulo parietal ya que el lóbulo parietal izquierdo permite realizar la representación interna de las partes del cuerpo que se mueven, controlando sus posiciones espaciales, mientras que el derecho dirige los movimientos para identificar espacialmente los objetos situados en el espacio.

3.2.4. Esquema corporal

El Esquema Corporal es una representación simbólica de nuestro cuerpo proyectada sobre la corteza parietal, es decir, es la huella neurológica que nos permite interiorizar e integrar nuestra imagen corporal en el cerebro. Con frecuencia suele existir confusión en la delimitación del término. La elaboración de la imagen mental de nuestro cuerpo pasa por varias fases:

En primer lugar, se produce la somatognosia, que es el proceso de representación sensorial del cuerpo sobre la corteza somestésica primaria, como resultado de las diferentes aferencias somestésicas (presión, vibración, movimiento, equilibrio…).

El proceso de somatognosia tiene lugar sobre el Homúnculo Somatosensorial de Penfield, en las Áreas 1,2 y 3 de Brodmann. Posteriormente se realiza el procesamiento cognitivo del yo corporal en las áreas de asociación somestésicas, siendo éste el Esquema Corporal propiamente dicho. Su representación tiene lugar en el giro angular de la corteza parietal (Área 39 de Brodmann).

Así pues, el esquema corporal es la imagen mental elaborada y compleja de nuestro cuerpo que se realiza a través de la experiencia de forma más o menos consciente, mientras se mueve o en situación estática, permitiendo diferenciar los límites con nuestro entorno, dentro de unas coordenadas topográficas y espaciales definidas. Gracias al esquema corporal podemos tener autoconciencia de nuestra propia identidad física.

2.5. Memoria

El lóbulo parietal no tiene competencias mnémicas de tanta importancia como el lóbulo temporal, pero interviene en los procesos de memoria sensorial a muy corto plazo. Para poder codificar y archivar la información de modo eficaz es necesario inicialmente que ésta permanezca durante un período de tiempo suficiente.

Si el material que se debe memorizar sólo se presenta durante escasos segundos, el lóbulo parietal se responsabiliza del proceso de codificación sensorial inicial, pero si la presentación de estímulos dura un tiempo mayor, son las áreas hipocámpicas las encargadas de procesar el material. La zona parietotemporal izquierda interviene en la adquisición del material verbal, mientras que su homóloga derecha participa en la adquisición de material no verbal.

2.6. Orientación espacial

El lóbulo parietal es el responsable de la orientación espacial, tanto del propio cuerpo como del reconocimiento de nuestro entorno. Está implicado en los procesos de orientación autopsíquica, que nos permiten conocer la orientación del cuerpo en el espacio, y también de la orientación alopsíquica, que facilita el reconocimiento y la orientación espacial del entorno y la lectura de planos y mapas.

Existe una disociación hemisférica, ya que la orientación autopsíquica, más directamente ligada al esquema corporal es una función del lóbulo parietal izquierdo, mientras que la orientación alopsíquica o extrapersonal está regulada por el lóbulo parietal derecho.

2.7. Cálculo

Aunque cada uno de los lóbulos cerebrales tienen diferentes competencias para el cálculo y las matemáticas, sin embargo, se considera que el las áreas 39-40 del lóbulo parietal izquierdo son el centro más importante para la realización de las operaciones numéricas, ya que en esta zona se produce la integración sensorial multimodal de las distintas informaciones que son necesarias para realizar con éxito los procesos de cálculo aritmético.

3. Patología

La lesión de las áreas somatosensoriales primarias del lóbulo parietal puede producir anestesia en el lado opuesto del cuerpo, aunque difícilmente se llega a producir una pérdida total de sensaciones.

La lesión de las áreas somestésicas primarias que procesan las sensaciones gustativas puede producir pérdida de capacidad para discriminar los sabores, lo que se denomina ageusia.

La asomatognosia es la incapacidad para reconocer, diferenciar e integrar las distintas partes del esquema corporal. Este trastorno produce la eliminación, adición o distorsión del esquema corporal, generalmente más ligada a lesiones en el hemisferio izquierdo.

La lesión de las áreas asociativas del lóbulo parietal provoca diversas modalidades de agnosia. Puede verse afectada la capacidad para identificar las cualidades de los objetos mediante el tacto (asterognosia), discriminar la estimulación realizada en dos puntos de la piel de manera simultánea y también la capacidad para la orientación (agnosias espaciales).

3.1. Síndrome de Gerstmann

En 1924, el neurólogo Josef Gerstmann describió un trastorno del esquema corporal denominado posteriormente Síndrome de Gerstmann, causado por lesiones del Área 39 o giro angular, del hemisferio izquierdo. Su sintomatología nuclear incluye agnosia digital (con incapacidad para reconocer o nombrar los dedos de la mano), desorientación derecha izquierda, acalculia y agrafía. Con menor frecuencia pueden aparecer otros síntomas como dislexia, disfasia o escritura en espejo. En ocasiones se observa la presencia de Síndrome de Gerstmann con manifestaciones incompletas, siendo este fenómeno relativamente frecuente en niños con dificultades de aprendizaje, especialmente en discalcúlicos.

3.2. Síndrome de heminegligencia

Es un trastorno de la atención causado por lesiones del lóbulo parietal, cuya presencia sorprende a muchas personas por sus especiales peculiaridades, ya que existe una grave afectación atencional que afecta al espacio opuesto a la localización de la lesión, sin que exista un déficit sensorial o motor que lo justifique. En 1960, Zangwill y McFie lo definieron como síndrome de negligencia contralateral, aunque también se denomina neglect o más frecuentemente síndrome de heminegligencia.

Está causado por accidentes vasculares que afectan a amplias áreas de la corteza parietal y se caracteriza por el fracaso en prestar atención a los estímulos visuales, auditivos o táctiles situados en el lado opuesto a la lesión, sin que dicha dificultad pueda atribuirse a un déficit sensorial ni motor primario. Aunque puede existir heminegligencia causada por lesiones parietales de los dos hemisferios, sin embargo, el trastorno es más grave que causan las lesiones del lóbulo parietal derecho, ya que éste tiene una mayor importancia en el control atencional que el lóbulo parietal izquierdo.

3.3. Miembro fantasma

Muchas personas que han sufrido la amputación de una extremidad, pasado mucho tiempo siguen informando de sensaciones, generalmente desagradables, en la zona amputada, como si siguiera existiendo el miembro. Con menos frecuencia los amputados sienten que existe movimiento en el miembro inexistente. Las sensaciones atribuidas al miembro fantasma están causadas por afectación de los nervios periféricos situados en el muñón y en estos casos las sensaciones dolorosas son agudas y punzantes. En otros casos en los que no ha sido amputado el miembro, se pueden experimentar sensaciones dolorosas en el mismo, como consecuencia de alteración en las terminales nerviosas de las áreas parietales.

La amputación de un miembro con el paso del tiempo produce una reorganización de la corteza parietal. El Área correspondiente al Homúnculo somatosensorial de Penfield que recibía las sensaciones procedentes del miembro amputado, empieza a recibir fibras procedentes de otras zonas del cuerpo, que a partir de un momento dado empiezan a mostrarse funcionalmente activas. Este es un modo que tiene la corteza cerebral de compensar el déficit, ya que, si bien los estímulos procedentes del miembro inexistente ya no llegan a la corteza, sin embargo, persiste la activación en todo el córtex, por lo que las áreas parietales que anteriormente recibían dichos estímulos reorganizan su actividad.

3.4. Apraxias

El lóbulo parietal es el principal responsable de la actividad práxica, ya que proporciona los mapas sensoriales que facilitan la ejecución de movimientos. Por esta razón la lesión de sus áreas asociativas puede impedir la adecuada programación sensorial de los movimientos, produciendo distintas modalidades de apraxia. Las lesiones parietales derechas provocan apraxias constructivas, mientras que las lesiones parietales izquierdas producen apraxias ideomotoras o ideatorias.

3.3.5. Síndrome de Balint

En 1909 se describió este cuadro por vez primera, denominándolo “parálisis psíquica de la mirada”. Posteriormente fue bautizado como Síndrome de Balint. El trastorno se caracteriza por la incapacidad para percibir el campo visual de un modo global, a pesar de percibir separadamente todos sus elementos. Está causado por lesiones bilaterales y esporádicamente por lesiones unilaterales, que afectan a las Áreas 39-40, siendo éstos sus síntomas más característicos:

a) Apraxia de los movimientos de búsqueda ocular, con heminegligencia visual izquierda y desvío de la dirección de la mirada 35- 40º hacia la derecha. El paciente muestra incapacidad para fijar la vista en un punto concreto, lo que hace que se preste atención a un determinado estímulo visual ignorando los estímulos periféricos.

b) Fijación de la atención en un solo estímulo, con incapacidad para percibir globalmente los objetos, ya que la percepción se hace de manera fragmentaria: por ejemplo, al leer se perciben las letras de manera aislada, sin capacidad para globalizar los componentes visuales.  

c) Ataxia óptica con incapacidad para alcanzar correctamente los objetos que están situados al alcance dentro del campo visual, por lo que se produce dismetría en la ejecución de movimientos guiados mediante la vista.

Post Author: Entorno Estudiantil

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *