LOS LÍMITES O LAS FRONTERAS DEL YO

Los límites del yo marcan la capacidad -la cantidad y la calidad- del contacto que una persona quiere o puede establecer con el mundo que la rodea. Son los riesgos que, ante una posibilidad de gratificación, una persona está dispuesta a afrontar cuando se acerca a los límites de su conducta habitual. Estos límites definen y abarcan ideas, experiencias, valores, escenarios, esquemas, recuerdos, creencias y personas.

La persona interrumpe el contacto por varias razones: porque ha quedado satisfecho con el intercambio que ha realizado, porque vive la vida de forma apresurada y pasa de una cosa a otra sin haber concluido la situación anterior o cuando, en su fantasía, imagina que una amenaza se aproxima. Mucha gente necesita predecir lo que le va a suceder cuando va a emprender una acción determinada, por muy intrascendente que ésta sea. Esto le da seguridad, pero le impide sobrepasar sus formas de conducta cotidianas y habituales para adentrarse en nuevas oportunidades y nuevas experiencias, que podrían aportarle conocimientos y formas de acción nuevas que rompieran sus rígidos esquemas y sus estereotipos, aportándole, a su vez, sensaciones agradables de soltura, crecimiento y expansión.

A lo largo de la vida experimentamos cambios en nuestros límites: cuando éstos se amplían tenemos una mayor posibilidad de crecimiento y de apertura a nuevos conocimientos y a nuevas experiencias.

De todas formas, ni siquiera en las personas muy rígidas los límites están totalmente fijos, ni sin posibilidad de apertura.

Casi siempre existe una cierta flexibilidad dentro de la rigidez, que permite un mayor o menor contacto. Por otro lado, hay zonas del yo más rezagadas y remisas a abrirse, en función de la personalidad y de las características propias y de la sociedad en la que se vive, y que lo conforman dentro de unas creencias e ideas.

El experimento gestáltico y muchos juegos que se usan en la psicoterapia gestáltica se utilizan para expandir y ampliar los límites del contacto. Por medio de ellos podemos llegar a realizar acciones que anteriormente nos resultaban difíciles o extrañas, o aquéllas a las que nos resistíamos y nos negábamos a vivenciar o a experimentar. Estas nuevas acciones pueden llegar a vivirse como expresiones aceptables, y con ellas podemos abrirnos a nuevas posibilidades (James y Jongeward, 1990).

Post Author: Entorno Estudiantil

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *