Napoleón Bonaparte

Tras la Revolución de 1789, Francia sufrió una década de guerras e inestabilidad hasta que Napoleón Bonaparte (1769-1821) se hizo con el poder en 1799. Con tan sólo 30 años, Napoleón gobernó con puño de acero un país caótico y revuelto, para terminar, autoproclamándose emperador en 1804. Nada hacía pensar que llegaría a gobernar el país, ya que había nacido en la isla mediterránea de Córcega y no supo hablar francés hasta que cumplió los 9 años. Sin embargo, este joven oficial del ejército se puso del lado de los revolucionarios y se ganó la confianza de aquellos que se hicieron con el poder tras la decapitación del rey. Una serie de victorias militares en Italia y en Austria en la década de 1790 le dieron fama entre la ciudadanía, y cuando terminó haciéndose con el poder encontró escasa resistencia.

Bajo el gobierno de Napoleón, los franceses desarrollaron una política exterior bastante agresiva, exportando su revolución al resto del continente. Sus ejércitos fueron derrocando a las monarquías europeas una tras otra. Los franceses creían que los grandes ideales de su república (libertad, igualdad y fraternidad) eran universales y debían, si era necesario, ser impuestos por la fuerza. De hecho, muchos plebeyos europeos celebraron la llegada de las tropas de Napoleón, a las que vieron como los libertadores de la tiranía real. El compositor Ludwig van Beethoven, uno de los primeros admiradores de Napoleón, dedicó su Tercera Sinfonía al joven emperador y a sus tropas cuando llegaron a su Alemania natal.

Napoleón rehízo la legislación de Francia y seguidamente la impuso en los territorios europeos conquistados. El código napoleónico, donde se recogen las leyes sobre la propiedad y otra serie de asuntos civiles, sigue siendo la base de los sistemas legales de la mayor parte de Europa occidental en la actualidad.

El Imperio francés con el que soñaba Napoleón empezó a derrumbarse tras su intento fallido de invadir Rusia en 1812. Un año después fue derrotado y obligado a rendirse ante una coalición internacional liderada por Reino Unido, Rusia, España y Austria. Napoleón volvió a intentarlo brevemente, pero fue derrotado definitivamente en la batalla de Waterloo, en 1815. Para entonces, no obstante, gran parte del idealismo que lo rodeaba había comenzado a desvanecerse. La Francia napoleónica había saqueado una parte nada desdeñable de Europa. De hecho, muchos de los tesoros que se muestran en el Museo del Louvre de París, incluyendo el arte procedente del Vaticano o de Alemania, fueron robados por las fuerzas de Napoleón. Tras su partida, Napoleón dejó un reguero de seguidores desilusionados repartidos por todo el continente.

OTROS DATOS DE INTERÉS

1. Tras su derrota en Waterloo, Napoleón fue exiliado a Santa Elena, una pequeña isla del Atlántico sur controlada por los británicos.

2. A pesar de lo que se cree, Napoleón no era extraordinariamente bajo. Medía 1,68 metros, algo por encima de la media de los varones franceses de la época. Fueron los ingleses los que aseguraron que sólo medía l ,50 metros.

Post Author: Entorno Estudiantil

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