Alrededor de 1950, con el fi n de la Segunda Guerra Mundial y un creciente movimiento anticolonial, los antropólogos renovaron su interés por el cambio cultural e incluso por la evolución. Los antropólogos estadounidenses Leslie White y Julian Steward se quejaron de que los boasianos lanzaron al bebé (la evolución) junto con el agua de la bañera (los fallos particulares de los esquemas evolutivos del siglo XIX).
Había necesidad, afirmaban los neoevolucionistas, de reintroducir dentro del estudio de la cultura un concepto poderoso: la evolución en sí. Este concepto, después de todo, seguía siendo básico en biología. ¿Por qué no aplicarlo también a la cultura?
En su libro The Evolution of Culture (La evolución de la cultura, 1959), White retomó el concepto de evolución cultural que usaron Tylor y Morgan, pero ahora con información de un siglo de descubrimientos arqueológicos y un registro etnográfico mucho más amplio.
El enfoque de White se denomina evolución general, sustentado en la idea de que, a través del tiempo y mediante los registros arqueológicos, históricos y etnográficos, uno puede ver la evolución de la cultura como un todo. Por ejemplo, las economías humanas han evolucionado a partir del forrajeo paleolítico, a través de la agricultura y el pastoreo tempranos, hasta las formas intensivas de agricultura y la industrialización.
También ha existido evolución sociopolítica, desde bandas y tribus, hasta cacicazgos y estados. No cabe duda, dice White, de que la cultura ha evolucionado. Pero, a diferencia de los evolucionistas unilineales del siglo xix, White se dio cuenta de que culturas particulares podían no evolucionar en la misma dirección.
Julian Steward, en su influyente libro Theory of Culture Change (Teoría del cambio cultural, 1955), propuso un modelo evolutivo diferente, que él llamó evolucionismo multilineal. Demostró cómo las culturas han evolucionado a lo largo de varias líneas diferentes. Por ejemplo, reconoció diferentes rutas hacia la consecución del estado (por ejemplo, las que siguieron las sociedades que usan irrigación y las no irrigadas).
Steward también fue pionero en un campo de la antropología que él llamó ecología cultural, hoy conocida como antropología ecológica, que considera las relaciones entre las culturas y las variables ambientales. A diferencia de Mead y Benedict, quienes no se interesaron en las causas, White y Steward sí se preocuparon por ellas.
Para White, la captura de energía era la principal medida y causa del avance cultural: las culturas avanzaban en proporción a la cantidad de energía que captaban per cápita por año. En esta visión, Estados Unidos es una de las sociedades más avanzadas del mundo, debido a toda la energía que recolecta capta y aprovecha.
La formulación de White es irónica al ver a las sociedades que agotan la generosidad de la naturaleza como más avanzadas que las que la conservan. Steward igualmente estaba interesado en la causalidad, y observó la tecnología y el ambiente como las causas principales del cambio cultural.
El ambiente y la tecnología disponible para explotarla se veían como parte de lo que él llamó el núcleo cultural, la combinación de subsistencia y actividades económicas que determinaban el orden social y la configuración de esa cultura en general.