SEGUNDA GENERACIÓN DE TERAPIA CONDUCTUAL

La segunda generación de la terapia de conducta se sitúa en torno a 1970, con la terapia cognitivo-conductual. Como se recordará, en esta época se empieza a hablar de terapia (o modificación) de conducta cognitiva, de terapia cognitiva de la conducta, de terapia conductual-cognitiva o, en fin, de terapia cognitivo-conductual, una variedad de fórmulas indicativa de la propia confusión que estaba teniendo lugar.

En un principio, se trataba de dos terapias disidentes del psicoanálisis, como lo eran en su origen la terapia racional-emotiva de A. Ellis y la terapia cognitiva de la depresión de A. T. Beck, que se avendrían con la terapia de conducta en curso. Estas terapias empezaron por ganar prestigio al evaluar sus resultados como demandaba la terapia de conducta. Después, cuando se dio el giro cognitivo de la psicología, estas terapias influyeron en la terapia de conducta, legitimando su propio giro cognitivo.

La ciencia psicológica básica ya no sería sólo la psicología del aprendizaje sino también el procesamiento de la información. No se dejaría de apreciar que el esquema E-R del conductismo pavloviano-watsoniano (y en realidad el esquema también de Wolpe y Eysenck) se aviene perfectamente con el esquema Input-Output (I-O) del cognitivismo. La psicología cognitiva se puso a estudiar el guión entre el Estímulo y la Respuesta, relación entendida ahora a través de la metáfora del procesamiento de la información (de ahí I-O). Siendo así las cosas, cabría decir, según el efecto crítico que se quisiera producir, o bien que el conductismo watsoniano estaba abocado al cognitivismo o bien que el cognitivismo es en realidad el heredero del conductismo watsoniano (véase Pérez Álvarez, 2004, pp. 28-31).

La cuestión es que la terapia de conducta se hizo cognitivo-conductual, lo que, sin perjuicio de su éxito, llevó a desvirtuar su sentido contextual e ideográfico, aquél que ponía el acento en las causas ambientales o contextuales y en el caso individual. La terapia cognitivo conductual entiende que las cogniciones (creencias, pensamientos, expectativas, atribuciones) son las causas de los problemas emocionales y conductuales y, aún más, que cada trastorno tiene su condición por no decir déficit o disfunción 'cognitiva específica'. Por lo que respecta a su éxito, éste se reconocería en el desarrollo de tratamientos psicológicos eficaces. Sin duda, la terapia cognitivo-conductual es la terapia psicológica más representada en el movimiento de los tratamientos psicológicos que han probado su eficacia incluyendo la comparación con la medicación (Pérez Álvarez, Fernández Hermida, Fernández Rodríguez y Amigo, 2003).

La cuestión, por lo que aquí importa señalar, es que este éxito habría sido en buena medida a costa de adoptar el modelo médico de psicoterapia o modelo del déficit, en todo caso, un modelo internalista, mecanicista y así nosológico (nomotético), en vez de contextualista, holista y de caso individual (ideográfico) como parece más propio de la perspectiva conductual y en general de la tradición de la psicología clínica. Por otro lado, la eficacia de la terapia cognitivo-conductual presenta dos problemas: por un lado, puede estar limitada debido a su propia tendencia a estandarizar los casos y por otro tal eficacia puede que se deba más bien a lo que tiene de conductual de manera que quizá estaría desenfocada. En la base de estos problemas estaría el modelo médico de psicoterapia que sigue (véase para el modelo médico de psicoterapia versus contextual, Wampold, 2001; González Pardo y Pérez Álvarez, en prensa).

Por su parte, el análisis aplicado de la conducta seguiría su camino, si bien ésta no era su ola. Buena parte de este camino consistiría en análisis experimental, en particular, de la conducta verbal. Su hora estaba por venir.

Post Author: Entorno Estudiantil

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