Escuela de Milán

Origen

La escuela de Milán se desarrolló en la década de 1971 a 1980 a través de las investigaciones del equipo formado por MARA SELVINI, PRATA, BOSCOLO y CECCHIN. Al finalizar esa década, el equipó se disuelve en dos: Mara Selvini y Prata permanecieron juntas algunos años más; Boscolo y Cecchin crean otro Instituto.

Representantes: Mara Selvini Palazzoli, Giuliana Prata, Gianfranco Cecchin, y Luigi Boscolo

Conceptos fundamentales

Esta escuela parte de la creencia de que el sistema no crea el problema sino a la inversa: el problema crea el sistema. Según sus seguidores el enemigo a atacar no es a ningún miembro de la familia en particular y ni siquiera a la familia como tal, sino lo que ellos llaman el juego familiar, que no es más que el conjunto de interacciones y coaliciones que se dan en torno al problema para mantenerlo.

Con relación a lo anterior, algunos autores (Selviniet al., 1987) sostienen que las familias con problemas se caracterizan por desarrollar juegos familiares no reconocidos en que los miembros se esfuerzan por lograr cada uno el control de las conductas.

Estos autores parten del supuesto de que la familia como todo sistema tiene su propia dinámica, y no se puede esperar que las interacciones instructivas lleven al sistema a un objetivo predeterminado; por el contrario sólo se pueden promover interacciones que provoquen una perturbación al sistema que luego reaccionará conforme a su propia estructura.

Por lo tanto las intervenciones no buscan un resultado previsible sino sólo poner en marcha al sistema hacia su propio camino.

Otro concepto interesante que manejan en el análisis de la problemática familiar es el de “sistema significante”, el cual incluye además de la familia a todas las instituciones y personas que participan en el intento de aliviar los problemas de la misma. Indiscutiblemente este concepto permite abordar de manera más sistémica los problemas característicos de una familia.

Génesis y mantenimiento del problema

Según Keeney y Ross (1987), el abordaje de Milán no es una terapia que se enfoca en el síntoma o el problema, aunque toma en consideración esas comunicaciones. Se orienta, en cambio, al contexto de significado, que encuadra u organiza los síntomas. El propósito de la misma es descubrir las pautas de significado contextual, que sirvan para concurrir a que el sistema perturbado se reorganice a sí mismo.

En otras palabras la tarea del terapeuta es descubrir las interacciones o juegos que se dan en torno al problema y ponerlos en evidencia para promover una nueva autoorganización por parte del sistema familiar.

Filosofía

En este enfoque el terapeuta debe evidenciar las interacciones que se producen alrededor del problema y operan para mantenerlo, para realizar intervenciones que provoquen un cambio en la autoorganización del sistema. Estrategias y técnicas Es quizás en este rubro donde la escuela de Milán ha realizado sus mayores aportes proponiendo una organización de los terapeutas y la sesión, un tipo diferente de entrevista, de hipótesis acerca del problema y de intervención.

Estos terapeutas sostienen que es mejor enfocar la terapia familiar desde un trabajo en equipo. Al respecto proponen que un miembro del equipo entreviste a la familia y el resto del mismo observe detrás de un espejo unidireccional y sólo participe en la elaboración de hipótesis y del plan de intervención.

Los terapeutas proponen además una división de la sesión en cinco partes: reunión previa, entrevista, intervalo para debate, intervención y debate final. En la reunión previa el equipo, se formula una hipótesis preliminar acerca del problema de la familia; durante la entrevista, los integrantes del equipo confirman, modifican o sustituyen las hipótesis preliminares acerca del problema de la familia.

Durante el intervalo de debate los terapeutas discuten las hipótesis y formulan una intervención, luego los terapeutas regresan con la familia y formulan la intervención que adopta generalmente el tipo de una connotación positiva o un ritual.

Finalmente el equipo se vuelve a reunir para debatir las reacciones de la familia a la intervención. A continuación se describen las técnicas desarrolladas por este enfoque terapéutico.

Posición de neutralidad

Los miembros del grupo de Milán afirman que si un terapeuta logra mantenerse neutral durante una sesión, los miembros de la familia entrevistada no podrán decir que se puso de parte de uno de ellos. Toda vez que un problema se compone de un conjunto de coaliciones rígidas, que pugnan entre sí con creciente intensidad y procuran obtener el poder, mantener la neutralidad significa ser capaz de moverse en medio de estas coaliciones sin dejarse atrapar por ellas.

La neutralidad como principio organizador de la terapia responde a la creencia de los autores de que la familia tiene una capacidad autocorrectora y que por lo tanto se debe permitir que por sí misma decida los cambios deseados. La neutralidad confiere a los terapeutas el poder de ser eficientes, algunos de los ingredientes para lograr la misma son: mostrar una actitud tranquila y de respeto hacia la familia, no reaccionar a las provocaciones de la misma y el realizar preguntas circulares.

Formulación de hipótesis

Dentro de este enfoque, incluso desde el primer encuentro telefónico el equipo elabora una hipótesis la cual sirve de marco de referencia, que especifica por qué la familia opera, actúa, comunica o se presenta de una determinada manera.

Esta hipótesis inicial, se puede confirmar o modificar parcial o totalmente en razón de informaciones acerca de organización secuencial de la conducta problema, de coaliciones actuales de la familia, contextos de referencia y personas que han participado en los intentos de solucionar el problema, así como perspectivas sobre las pautas de coalición pasadas y futuras, en particular con respecto al comienzo de la conducta sintomática.

La elaboración de hipótesis propone implícitamente la idea de que la terapia es una operación de investigación emprendida de forma conjunta con la familia. Resulta importante señalar que esta hipótesis no tiene que ser verdadera, sino útil para darle sentido al problema dentro de su contexto e iniciar un proceso de cambio.

Las hipótesis formuladas dentro de este enfoque deben ser circulares, es decir intentar conectar con el problema las comunicaciones y las pautas de relación de todos los miembros de la familia y de las personas relacionadas que han intentado participar en la solución del mismo. Según Hoffman (1998), una hipótesis hace dos cosas importantes: primero, es útil en su “poder de organización” ya que ofrece al terapeuta un hilo que seguir al efectuar una entrevista, bloqueando así la conversación insustancial que le resta tiempo a la terapia. En segundo lugar, sugiere el significado que el comportamiento sintomático tiene por entonces en esa familia.

Connotación positiva

La terapia de Milán connota de manera positiva la lógica con arreglo a la cual un sistema problemático permanece estable; lo hace señalando que el problema de los miembros de la familia es de hecho una solución.

 La connotación positiva es un mensaje por medio del cual el o los terapeutas comunican a la familia que su problema es lógico y significativo dentro de su contexto. Así por ejemplo, se le puede decir a la familia que “el comportamiento del esposo de irse a beber es entendible, pues es un modo de evitar la discusión de sus problemas de pareja. Así se mantiene cierta estabilidad la cual puede romperse si se discuten esos problemas”.

Prescripción de rituales

Los rituales son pautas de conducta que ocurren de manera sistemática en el seno de la familia en determinados tiempos y momentos. Dentro de este enfoque la prescripción de los mismos tiene como objetivo modificar una secuencia de conducta disfuncional, ya sea provocando una intensificación que produzca una rebelión por parte de la familia o favoreciendo la aparición de conductas antagónicas a la pauta de conducta disfuncional.

En resumen se puede afirmar que existen dos tipos de rituales. Uno amplifica la interacción patológica para hacerla estallar y el otro introduce directivas antagónicas en una secuencia de hechos. Un ejemplo del primer ritual sería pedirle a todos los miembros de la familia que “le den las gracias todos los días durante la cena al miembro agresivo de la familia por contribuir a expresar el enojo de todos y así mantener unida la familia”.

En el otro tipo de rituales se imparten dos mensajes contradictorios que se indican se cumplan en días diferentes; así a una esposa que tiene problemas con administrar su tiempo entre el trabajo y el esposo se le pide que “se dedique exclusivamente al trabajo de lunes a jueves y de viernes a domingo sólo al esposo”.

Las personas asignan y aceptan rótulos en la esperanza de que dotaran de sentido a algo mal comprendido (por ejemplo el comportamiento agresivo de un niño).

Entrevista circular

El grupo de Milán creo una técnica de entrevista conocida como entrevista circular, cuyo objetivo es buscar diferencias. En ella el terapeuta conduce la entrevista sobre la base de la información recibida de la familia en respuesta a su pedido de información acerca de los vínculos y de diferencias en la percepción de los mismos y cambios que se han experimentado (Selvini, Boscoso, Cecchin y Prata, 1980).

Las preguntas usadas en este tipo de entrevista se dirigen sobre todo a abordar los marcos relacionales en circunstancias específicas, diferencias en las conductas, jerarquías o cambios en el vínculo antes y después de cierto suceso.

Las preguntas más usadas en este tipo de entrevista se pueden dividir en varias categorías: preguntas acerca de la diferencias en la percepción de los vínculos (¿quién esta más en descuerdo con el hijo, el padre o la madre?); preguntas acerca de las diferencias de percepción de grados (¿cómo califican los distintos miembros la conducta agresiva del padre?); preguntas de diferencias entre el pasado y el presente (¿él empezó a mostrarse agresivo antes o después de que rompiera con su novia?); preguntas de diferencias hipotéticas o relativas al futuro (¿si no hubiera terminado con su novia su conducta hubiera sido diferente?).

Un tipo particular de pregunta circular son las preguntas llamadas triádicas, que consisten en pedir a un miembro de la familia que haga comentarios sobre el vínculo de otros dos. La administración cuidadosa de este abordaje hace aflorar pautas de coalición, no sólo en las percepciones del miembro que responde, sino, lo que es más importante, en las reacciones que provoca en los demás. Las preguntas llevan a reaccionar ante otros miembros de la familia antes de reaccionar al terapeuta.

Post Author: Entorno Estudiantil

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