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El Mesías de Haendel

En 1741, el virrey de Irlanda le encargó a Georg Friedrich Haendel que compusiese una pieza para un concierto benéfico que tendría lugar en Dublín. Durante 24 días a partir del 22 de agosto, Haendel trabajó a un ritmo vertiginoso en lo que acabaría convirtiéndose en su pieza más famosa, el oratorio de El Mesías. Aunque ya era conocido en Londres, esta creación hizo posible que se convirtiera en una figura de renombre durante generaciones; incluso en la actualidad, coros de todo el mundo entonan esta pieza para celebrar la época navideña.

El género del oratorio tuvo su origen en el siglo XVII; su nombre deriva de los lugares dedicados a la oración que se adosaban a las capillas católicas en los siglos XVI y XVII. En sus inicios, estas piezas se representaban en esas salas, ya que los teatros estaban cerrados durante la época de la Cuaresma. Los oratorios son piezas corales y orquestales en las que las partes de solos y las corales se alternan; casi siempre están compuestas sobre textos narrativos con personajes y líneas arguméntales. Son como la ópera, pero sin representación escénica; se desarrollaban en salones y no contaban con acción escénica ni vestimenta teatral.

A diferencia de la mayoría de los oratorios, El Mesías no tiene un hilo argumental lineal. Se trata de una serie de meditaciones sobre Cristo, Y de recitaciones de las profecías bíblicas, todas desconectadas entre sí. El contenido tampoco es el habitual en Haendel, un compositor mayoritariamente secular.

El famoso coro del Aleluya es una de las piezas más conocidas del Barroco, del mismo modo que lo son los coros titulados Oh nosotros, como corderos, nos hemos desperdigado y Porque ha nacido un entre nosotros. Después del éxito del estreno en Dublín en 1742, la fama de Haendel creció como la espuma, consolidando su carrera como compositor popular. Nunca llegó a igualar El Mesías, el oratorio más famoso que se ha escrito jamás, pero terminó su trabajo en Londres seguro de su nombre sería recordado a lo largo de la Historia.

OTROS DATOS DE INTERÉS

1. La velocidad con la que Haendel completó El Mesías ha llevado a algunos a pensar que realmente estaba bajo la influencia de la inspiración divina. Otros, sin embargo, aseguran que Haendel siempre trabajó con mucha rapidez, por encima de la media del resto de los compositores, y que El Mesías no fue una excepción.

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