En este modelo, el terapeuta trata de identificar los factores que refuerzan y mantienen los
comportamientos problemáticos para poder modificarlos. Muchas de las intervenciones se basan en os condicionamientos clásicos, tal es el caso de la desensibilización sistemática; y en el operante
como lo es el manejo de contingencias.
La Terapia Cognitivo-Conductual con niños incorpora intervenciones cognitivas y conductuales
dentro de un modelo de terapia. Trabaja con los pensamientos y conductas disfuncionales en el qué
tengo que hacer para cambiar más que en el por qué. Desde la primera sesión se administran
cuestionarios y planillas en los que se evalúan los síntomas, la frecuencia, duración, intensidad y
características de éstos. Esta medición se repite periódicamente hasta la sesión final, para tener una
idea del cambio obtenido.
Al igual que en otras modalidades de terapia infantil, en la TCC, observar el juego del niño proporciona una comprensión de los pensamientos, sentimientos y visión del mundo por parte de éste.
En la TCC, el moldeamiento se emplea para enseñar al niño habilidades de afrontamiento adaptativas.
En esta modalidad de terapia infantil, el modelo suele ser un juguete (animal de peluche, títere, o algún
otro) que demuestra el comportamiento que se quiere que el niño aprenda. El moldeamiento también
puede darse utilizando otros materiales, como son los cuentos, películas, fabulas o programas de TV,
entre otros.
El role playing resulta ser efectivo con niños en edad escolar, aunque es posible también aplicarlo
mediante la técnica de moldeamiento, donde por ejemplo un niño que tiene temor a la separación
podría ver un títere igualmente temeroso mientras practica el separarse de la madre e interactúa con
los demás. (Knell, 1994).
La relación terapeuta-paciente es de colaboración, ya que es un enfoque es didáctico. Niño y
terapeuta se comprometen a trabajar con un objetivo común. Los pacientes pueden aportar sugerencias
y participar en el diseño de las tareas para el hogar. En muchos casos, se utiliza la Bibliotecaria, que
consiste en que el terapeuta recomiende o facilite libros acerca del problema para que el paciente se
informe de lo que le sucede.
Al comienzo de cada sesión el terapeuta indaga y revisa las tareas que el niño trabajó durante
la semana e investiga cuáles se necesitan resolver en ese momento. Antes de finalizar la sesión el
terapeuta planea las actividades para la semana siguiente.
Técnicas de la Terapia Cognitivo-Conductual
Técnicas Conductuales
• Control y agenda de las actividades
• Tareas asignadas en forma gradual
• Experimentos conductuales para poner a prueba las creencias y pensamientos
• Jerarquía de estímulos y exposición
• Relajación
Técnicas Cognitivas
• Reestructuración de los pensamientos y creencias disfuncionales
• Descubrimiento guiado para encontrar los significados
• Identificación de los pensamientos automáticos e imágenes el recuerdo
• Role playing
Técnicas de Resolución de Problemas
• Fragmentación de los problemas mayores en unidades manejables
• Identificación de los pensamientos y creencias en la resolución de problemas
La Terapia Cognitivo-Conductual, en el caso de los niños, puede establecer objetivos y agendas
específicos en cada sesión, pero se requiere de un tiempo libre al final para que el niño pueda aportar
material espontáneo que se incorporará a las intervenciones más directivas y estructuradas del
principio.
Un ejemplo del uso de este tipo de participaciones en el tiempo libre del final de las sesiones, se
destaca en el tratamiento de un niño encoprético de cinco años de edad.
El niño demostró, mediante un oso de juguete, un temor a caer en el excusado y que éste lo
succionara. Mediante el juego con el oso, el terapeuta ayudó a que este niño identificara el temor y
llegara a sentirse más cómodo con el excusado (los padres del menor informaron del uso que éste
hacía del excusado, y lo reforzaron por medio de la aplicación de estrellitas en casa).
El terapeuta integró temas relacionados con los sentimientos acerca de los pantalones manchados por medio del oso. A pesar de que el terapeuta elaboró una agenda para las sesiones, hubo tiempo para el juego espontáneo del niño, al cual se incorporó dentro del tratamiento (Knell & Moore, 1990).