DISTRIBUCIÓN E INTERCAMBIO

El economista Karl Polanyi (1968) impulsó el estudio comparativo del intercambio, y muchos antropólogos siguieron su pauta. Para estudiar transculturalmente el intercambio, Polanyi definió tres principios que orientan los intercambios: el de mercado, de redistribución y de reciprocidad.

Esos principios pueden presentarse en la misma sociedad, pero en este caso se aplican en transacciones distintas. Por lo general, en cualquier sociedad, uno de ellos predomina. El principio de intercambio que domina en una sociedad dada es aquel que asigna los medios de producción.

El principio de mercado En la economía capitalista mundial de hoy domina el principio de mercado. Este principio gobierna la distribución de los medios de producción: tierra, trabajo, recursos naturales, tecnología y capital. “El intercambio de mercado se refiere al proceso organizativo de compra y venta a precio de dinero” (Dalton, ed., 1967; Madra, 2004).

Con el intercambio de mercado, los artículos se compran y venden, usando dinero, con interés en la maximización de la ganancia, y el valor se determina por la ley de la oferta y la demanda (las cosas cuestan más mientras más escasas sean y más personas las quieran).

La negociación es característica de los intercambios de mercado. Comprador y vendedor luchan por maximizar, por hacer que su “dinero valga”. En la negociación, compradores y vendedores no necesitan reunirse personalmente. Pero sus ofertas y contraofertas sí necesitan estar abiertas para la negociación durante un periodo bastante corto.

Redistribución

La redistribución opera cuando bienes, servicios o sus equivalentes se mueven del nivel local a un centro. El centro puede ser una capital, un punto de recolección regional o un almacén cerca de la residencia de un jefe. Los productos usualmente se movilizan a través de jerarquía de ofi ciales para almacenarse en el centro.

A lo largo del camino, los ofi ciales y sus dependientes pueden consumir algunos de ellos, pero aquí el principio de intercambio es la redistribución. Con el tiempo, el flujo de bienes invierte su dirección: desde el centro, a través de la jerarquía y de vuelta a la gente común. Un ejemplo de un sistema de redistribución proviene de los cherokee, los dueños originales del valle de Tennessee.

Los cherokee eran granjeros productores que subsistieron con maíz, frijoles y calabaza, y complementaban su dieta con la caza y la pesca; además, tenían caciques. Cada uno de sus poblados principales poseía una plaza central, que servía para reuniones del concejo del cacique y las fi estas redistributivas.

De acuerdo con la costumbre cherokee, cada granja familiar tenía un área donde la familia podía apartar una porción de su cosecha anual para el cacique. Este suministro de maíz se utilizaba para alimentar a los necesitados, así como para los viajeros y guerreros que cruzaban territorio amigo.

Ese almacén de alimentos se hallaba disponible para cualquier persona necesitada, con el entendido de que “pertenecía” al jefe y se distribuía por su generosidad. El cacique también era el anfitrión de las fi estas de redistribución que se realizaban en los poblados principales (Harris, 1978).

Reciprocidad

La reciprocidad es el intercambio entre iguales sociales, quienes por lo general se relacionan por parentesco, matrimonio u otro lazo personal cercano. Puesto que ocurre entre iguales sociales, domina en las sociedades más igualitarias: entre forrajeros, cultivadores y pastores. Existen tres grados de reciprocidad: generalizada, equilibrada y negativa (Sahlins, 1968, 2004; Service, 1966).

Éstos se pueden imaginar como puntos dentro de un continuo defi nido por las siguientes preguntas:

1. ¿Qué tan cercana es la relación entre las partes del intercambio?

2. ¿Con qué rapidez se ofrecen los regalos recíprocos y cuál es el desinterés?

La reciprocidad generalizada, la forma más pura de reciprocidad, es característica de los intercambios entre parientes cercanos. En la reciprocidad equilibrada aumenta la distancia social, así como la necesidad de ser recíproco.

En la reciprocidad negativa, la distancia social es más grande y la reciprocidad es cuidadosamente calculada. Este rango, de generalizada a negativa, se llama continuo de reciprocidad. Con la reciprocidad generalizada alguien da a otra persona y no espera algo concreto o inmediato a cambio.

Tales intercambios (incluidos los regalos que los padres dan en Estados Unidos contemporáneo) no son transacciones principalmente económicas, sino expresiones de relaciones personales. La mayoría de los padres no lleva la cuenta de cada centavo que gasta en sus hijos.

Simplemente esperan que éstos respeten las costumbres de su cultura que involucran valores como el amor, el honor, la lealtad y otras obligaciones hacia los padres. Entre los forrajeros, la reciprocidad generalizada comúnmente gobierna los intercambios. La gente usualmente comparte con otros miembros de la banda (Bird-David, 1992; Kent, 1992).

La reciprocidad equilibrada se aplica a intercambios entre personas que están más distantes en su relación que los miembros de la misma banda u hogar. En una sociedad hortícola, por ejemplo, un hombre presenta un regalo a alguien en otro poblado. El receptor puede ser un primo, un socio de comercio o un pariente ficticio de un hermano. El dador espera algo a cambio.

Eso puede no suceder de inmediato, pero la relación social se tensará si no hay reciprocidad. Los intercambios en las sociedades no industriales también pueden ilustrar reciprocidad negativa, principalmente al tratar con personas que se ubican fuera o en las márgenes de sus sistemas sociales.

Para aquellas personas que viven en un mundo de relaciones personales cercanas, los intercambios con los forasteros son ambiguos y llenos de desconfianza. El intercambio es una forma de establecer relaciones amistosas con los forasteros, especialmente cuando comienza el comercio, aquí la relación todavía es tentativa.

Con frecuencia, el intercambio inicial es meramente económico; las personas quieren conseguir algo a cambio de otra cosa, de manera inmediata. Tal como en las economías de mercado, pero sin usar dinero, tratan de conseguir el mejor retorno inmediato posible por su inversión.

Las reciprocidades generalizada y equilibrada se basan en la confianza y en un lazo social. Pero la reciprocidad negativa involucra la intención de conseguir algo por tan poco como sea posible, incluso si ello significa ser ladino, deshonesto o engañoso.

Entre los ejemplos más extremos y “negativos” de la reciprocidad negativa se cuenta, en el siglo xix, a los indígenas que robaron caballos en las planicies estadounidenses. Los hombres pasaron a hurtadillas a los campos y poblados de las tribus vecinas para robar caballos. Un patrón similar de robo de ganado continúa en la actualidad en África del este, entre tribus como los kuria (Fleischer, 2000).

En esos casos, la parte que comienza el robo puede esperar reciprocidad (un saqueo en su propio poblado) o algo peor. Los kuria persiguen a los ladrones de ganado y los matan. Todavía se trata de reciprocidad, gobernada por la máxima del “ojo por ojo, diente por diente”.

Una forma de reducir la tensión en situaciones de reciprocidad negativa potencial es involucrarse en el “comercio silencioso”.

Coexistencia de principios de intercambio

Actualmente, en Estados Unidos el principio de mercado gobierna la mayoría de los intercambios, desde la venta de los medios de producción hasta la de los bienes al consumidor. También se da la redistribución. Parte del dinero de los impuestos se dirige a apoyar al gobierno, pero otra parte también regresa al pueblo en la forma de servicios sociales, educación, atención a la salud y construcción de caminos.

También se tienen intercambios recíprocos. La reciprocidad generalizada caracteriza la relación entre padres e hijos. Sin embargo, incluso aquí la mentalidad de mercado dominante sale a la superficie en comentarios acerca del alto costo de criar a los hijos y en el enunciado estereotípico del padre molesto: “te dimos todo lo que el dinero podía comprar”.

Post Author: Entorno Estudiantil

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