PAPEL DE LA ANTROPOLOGÍA APLICADA

Primeras aplicaciones

La aplicación era una preocupación central de los primeros antropólogos en Gran Bretaña (en el contexto del colonialismo) y Estados Unidos (con un enfoque en la política hacia los nativos americanos). Antes de tomar en cuenta lo nuevo, se deben considerar ciertos peligros de lo antiguo.

Para el imperio británico, específicamente sus colonias africanas, Malinowski (1929a) propuso que la “antropología práctica” (su término para la antropología aplicada colonial) debe centrarse en el proceso de “occidentalización”: la difusión de la cultura europea en las sociedades tribales.

Malinowski no cuestionó la legitimidad del colonialismo ni el papel del antropólogo para hacerlo funcionar. No vio nada malo en ayudar a los regímenes coloniales al estudiar la posesión y el uso de la tierra para recomendar cuánto debían conservar los locales y cuánto conseguirían los europeos.

El punto de vista de Malinowski es un ejemplo de la relación histórica entre la antropología incipiente, particularmente en Europa, y el colonialismo (Maquet, 1964). Durante la Segunda Guerra Mundial, los antropólogos estadounidenses estudiaron la “cultura (japonesa y alemana) a distancia” con la intención de predecir el comportamiento de los enemigos de su país.

Después de dicho conflicto, los antropólogos aplicados trabajaron en las islas del Pacífico para promover la cooperación, a nivel local, con las políticas estadounidenses en varios territorios dependientes.

Antropologías académica y aplicada

La antropología aplicada no desapareció durante las décadas de 1950 y 1960, pero la académica tuvo su mayor crecimiento después de la Segunda Guerra Mundial. El baby boom, que comenzó en 1946 y alcanzó su pico en 1957, alimentó la expansión del sistema educativo estadounidense, por tanto, de empleos académicos. Se abrieron universidades de pregrado, comunitarias y de cuatro años, y la antropología se convirtió en una parte estándar del curriculo universitario.

Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta, la mayoría de los antropólogos estadounidenses eran profesores universitarios, aunque algunos todavía trabajaban en agencias y museos. La era de la antropología académica continuó a lo largo de la década de los setenta.

En especial durante la guerra de Vietnam, los estudiantes de pregrado acudieron en masa a las clases de antropología para aprender acerca de otras culturas. Los alumnos estaban especialmente interesados en el sureste asiático, cuyas sociedades indígenas eran perturbadas por la guerra.

Muchos antropólogos protestaron contra el aparente desinterés de las superpotencias por las vidas, los valores, las costumbres y los sistemas sociales no occidentales. Durante los años setenta, y cada vez más desde entonces, los antropólogos aunque la mayoría todavía trabajaba en la academia encontraron empleos en organizaciones internacionales, gobiernos, negocios, hospitales y escuelas.

Este cambio hacia la aplicación, aunque sólo parcial, benefició a la profesión. Forzó a los antropólogos a considerar la amplitud del campo social y las implicaciones de sus investigaciones.

Antropología aplicada hoy

En la actualidad, la mayoría de los antropólogos aplicados ven su trabajo como radicalmente alejado de la perspectiva colonialista. La antropología aplicada moderna, por lo general, se percibe como una profesión de ayuda, dedicada a auxiliar a los locales, pues los antropólogos denuncian la privación de derechos en los foros políticos internacionales.

Sin embargo, los antropólogos aplicados también resuelven problemas para clientes que no son pobres ni desprovistos de poder, pues trabajan para negocios, tratan de resolver el problema de aumentar las ganancias de su empleador o cliente.

Sin embargo, en la investigación de mercado, pueden surgir conflictos éticos dado que los antropólogos tratan de ayudar a las compañías a operar de manera más eficiente y rentable. Las ambigüedades éticas también están presentes en la gestión de patrimonio cultural (GPC), al decidir cómo preservar restos e información significativa cuando los sitios históricos se ven amenazados por el desarrollo u obras públicas.

A una firma de gestión de patrimonio cultural usualmente la contrata alguien que busca construir una carretera o una fábrica. En tales casos, el cliente puede tener un fuerte interés en un resultado en el que no aparezcan sitios que necesiten protección.

Los antropólogos aplicados contemporáneos todavía enfrentan cuestiones éticas: ¿a quién debe lealtad el investigador? ¿Qué problemas se involucran al mantenerse firme con la verdad? ¿Qué ocurre cuando los antropólogos aplicados no formulan las políticas que deben llevar a cabo? ¿Cómo puede uno criticar los programas en los que participó? (vea Escobar, 1991, 1994).

Las organizaciones profesionales de antropología abordan estas preguntas al establecer códigos y comités de ética. Vea www. aaanet.org para consultar el código de ética de la AAA. Como apunta Tice (1997), la atención a los conflictos éticos es primordial en la enseñanza de la antropología aplicada de hoy.

Al infundir el aprecio por la diversidad humana, todo el campo de la antropología combate el etnocentrismo: la tendencia a ver la cultura propia como superior y usar sus valores para juzgar el comportamiento y las creencias de las personas que crecieron en otras sociedades.

Ese papel educativo y enriquecedor afecta el conocimiento, los valores y las actitudes de la gente expuesta a la antropología. El presente capítulo centra su atención, de manera específica, en la pregunta: ¿qué aportaciones particulares concretas puede hacer la antropología para identificar y resolver los problemas que provocan las corrientes contemporáneas de cambio económico, social y cultural, incluida la globalización?

Puesto que los antropólogos son expertos en los problemas humanos y el cambio social, y dado que estudian, comprenden y respetan los valores culturales, están calificados principalmente para sugerir, planificar y llevar a cabo políticas que afectan a las personas.

Las tareas propias de los antropólogos aplicados incluyen:

1) identificar las necesidades para el cambio que perciben los pobladores locales,

2) trabajar con dichas personas para diseñar cambios culturalmente adecuados y socialmente sensibles, y

3) proteger a los locales de políticas y proyectos dañinos que puedan amenazarlos.

Otro papel de la antropología aplicada, como se describe en el apartado “Valorar el quehacer antropológico” de este capítulo, consiste en ayudar a una comunidad a preservar su cultura ante las amenazas o desastres, como el huracán Katrina.

La perspectiva sistemática de la antropología reconoce que el cambio no ocurre en el vacío. Un programa o proyecto siempre afecta de manera diversa; algunos efectos, incluso son imprevisibles. Un ejemplo estadounidense de consecuencias inadvertidas fue un programa para mejorar el aprecio de los profesores hacia las diferencias culturales, cuyo resultado devino en estereotipos étnicos (Kleinfield, 1975).

En específico, los estudiantes americanos nativos se sintieron marginados de sus compañeros de clase ante las alusiones de los profesores hacia su herencia nativa. Los estudiantes consideraron tal atención a su etnicidad como condescendiente y humillante.

Internacionalmente, docenas de proyectos de desarrollo económico que tenían la intención de aumentar la productividad mediante la irrigación, empeoraron la salud pública al crear vías fluviales donde proliferaban las enfermedades.

Post Author: Entorno Estudiantil

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