Las vacunas

Las vacunas preparan el cuerpo para luchar contra las enfermedades. Generalmente están compuestas de gérmenes debilitados o muertos, es decir, formas menores de la propia enfermedad. Cuando el sistema inmunológico se encuentra con el germen debilitado produce anticuerpos específicos que vencen sin problemas a la enfermedad. Más adelante, si el cuerpo se ve afectado por el mal, «se acuerda» de los anticuerpos que creó en su momento y puede sanar con mayor facilidad.

Las vacunas se inventaron en 1796 cuando la epidemia europea de la viruela estaba en plena expansión. Un médico de pueblo inglés llamado Edward Jenner (1749-1823) se dio cuenta de que las lecheras a veces contraían la viruela bovina, una forma inferior de viruela, debido a su habitual proximidad con el ganado. Estas mismas mujeres parecían resistirse a contraer la viruela.

Jenner sacó fluido infectado de la mano de una lechera y se lo inyectó a un joven granjero de 8 años. El joven cayó enfermo de viruela bovina pero se recuperó rápidamente. Entonces Jenner le inyectó la viruela y el muchacho no enfermó. Jenner llegó a la conclusión de que la viruela bovina protegía de la viruela, y de hecho la primera vacuna fue el virus de la viruela bovina. La palabra «vacuna» viene del latín vacca o vaca.

Las vacunas han protegido a los seres humanos de algunas de las, enfermedades más mortíferas, como por ejemplo el sarampión, las paperas, la rubéola, la tuberculosis, la tos ferina y la viruela. Y lo que es aún más interesante, no todo el mundo tiene que vacunarse para protegerse frente a una enfermedad. El principio de la inmunidad colectiva establece que si dentro de una población hay un número suficiente de personas que han recibido una vacuna, éstas actuarán como barreras que evitarán la expansión de la enfermedad. Aunque el número de especímenes varía según la enfermedad de la que estemos hablando, la vacunación del 90% de una población, es, en la mayoría de los casos, equivalente a vacunar a toda la población. Algunos grupos son más propensos a propagar enfermedades que otros.

En Estados Unidos, los niños en edad escolar tienen muchas probabilidades de propagar una enfermedad debido a que se mueven en un entorno muy próximo los unos a los otros. Un estudio de la Universidad de Emory reveló que con tan sólo inocular a un 30% de los niños en edad escolar se reducían las posibilidades de que toda la comunidad acabara infectada con una epidemia de gripe de un 90% a un 63%. Si se vacunaba a un 70% de los niños, entonces las posibilidades de que se propagara la epidemia se reducían al 4%.

OTROS DATOS DE INTERÉS

1. En un principio tanto la Iglesia católica como la protestante se opusieron a las vacunas. Timothy Dunght, que fue presidente de la Universidad de Yak, dijo en una ocasión: «Si Dios ha decretado desde la eternidad que una persona determinada debe morir de viruela, sería un pecado horroroso evitarlo y anular ese decreto mediante el truco de la vacunación».

2. La inmunidad colectiva sólo es aplicable a enfermedades que se transmiten de persona a persona. No protege, por ejemplo, frente al tétano, que se contrae cuando una herida abierta entra en contacto con material contaminado.

Post Author: Entorno Estudiantil

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