Los grandes imperios asiáticos

Desde el siglo XIV, los turcos habían avanzado por territorios europeos, asiáticos y africanos y habían consolidado un imperio: el Imperio otomano. Como ya se mencionó, la toma de Constantinopla (1453) le cerró el paso a los europeos para intercambiar productos con Oriente. Desde entonces, los turcos decidían todo lo relacionado con el comercio y cobraban impuestos por atravesar sus territorios.

A fines del siglo XV, la posibilidad de llegar a Asia a través del Cabo de Buena Esperanza hizo que el Imperio otomano resintiera la falta de ingresos por concepto de tránsito. En el siglo XVI, España y Austria, con el apoyo de Venecia y Polonia, lograron detener la expansión turca hacia Europa y disminuir su control sobre el mar Mediterráneo.

En el siglo XVII, en el momento de mayor expansión, el Imperio otomano abarcaba Hungría, la península de los Balcanes, Crimea, y gran parte del Medio Oriente y el mundo árabe. Sin embargo, no se expandiría más. Los altos gastos que implicaba defender todas sus fronteras, mantener su gran aparato militar y burocrático, el crecimiento de la población y el deterioro de sus actividades manufactureras hicieron que entrara en una fase de descomposición.

De todas maneras, a principios del siglo XVIII, el Imperio otomano todavía tenía bajo su dominio los mismos territorios que en su momento de esplendor, excepto Hungría y Crimea.

En la nueva ruta marítima hacia Asia que recorría tanto la costa occidental como la costa oriental de África no sólo los portugueses, también los ingleses, franceses y holandeses habían establecido numerosas bases comerciales para el tráfico de esclavos y la obtención de oro.

De la ciudad de El Cabo, en el extremo sur de África, muchas embarcaciones se dirigían hacia la India. Hasta 1600, los portugueses, franceses y holandeses realizaron actividades comerciales en Indonesia y Ceilán. En este año, los ingleses fundaron la Compañía de las Indias Orientales y fueron impidiendo la injerencia de otros europeos.

En ese momento, la mayor parte de la India estaba sometida al dominio que ejercía el Imperio mongol. En esta zona, los ingleses interesados en el oro, la lana, el algodón y el té trataron de asentar sus factorías y vencieron la oposición portuguesa.

A fines del siglo XVII decayó el poder del Imperio mongol en su fanático intento por imponer la religión islámica al resto de los grupos. Maratas e hindúes reaparecieron y defendieron sus intereses. Estas luchas fueron aprovechadas por los europeos, sobre todo por la Compañía de las Indias Orientales, la cual conquistó el estado de Bengala y desde ahí fue construyendo el Imperio británico en la India.

En cambio, la penetración comercial europea en China fue casi nula. Desde principios del siglo XVI, los portugueses habían instalado factorías a cambio de pagar tributos. Después se abrieron relaciones comerciales con otros europeos, pero restringidas a realizarse sólo con algunos selectos comerciantes chinos.

En el siglo XVII, la dinastía Ming entró en una severa crisis. La peste y el hambre provocadas por inundaciones y malas cosechas– desataron sublevaciones campesinas y levantamientos tribales. Los manchúes entraron en Pekín y fundaron una nueva dinastía, la cual tuvo que recurrir a métodos autoritarios y militares para mantenerse en el poder como grupo minoritario.

En Japón , después de un período de guerras civiles durante el siglo XVII, se impuso el shogunato (una dictadura militar hereditaria) de la familia de los Tokugawa. Esta dictadura implantó un régimen burocrático y cerró todos los puertos al comercio con el exterior. Éstos no se abrirían hasta mediados del siglo XIX. El único contacto de Japón con el resto del mundo sería una concesión comercial holandesa en Nagasaki.

Si se toma en cuenta el carácter hermético y defensivo de estas sociedades para conservar sus antiguas tradiciones culturales, especialmente las religiosas, la penetración del cristianismo en Asia oriental resulta sorprendente, aunque fue muy limitada.

En particular, sobresalió el trabajo realizado por los jesuitas cuyos conocimientos matemáticos y técnicos influyeron en la corte china y las misiones en Japón que lograron crear un foco de católicos que tuvo que ser exterminado por los Tokugawa para evitar su expansión. No obstante, los europeos tendrían que esperar varios siglos para que las puertas del comercio con esta parte de Asia se abrieran. Éste fue un lento proceso.

Post Author: Entorno Estudiantil

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