El macrosistema

El macrosistema se refiere a las correspondencias, en forma y contenido, de los sistemas de menor orden (microsistema, mesosistema y exosistema) que existen o pueden existir en el ámbito de la subcultura o de la cultura en su totalidad, junto con cualquier sistema de creencias o ideología que sustente tales correspondencias.

El macrosistema es la estructura ecológica más externa a la persona en desarrollo, que influye en el individuo fundamentalmente por medio de su capacidad para determinar qué relaciones entre las distintas estructuras se producirán en un momento histórico determinado. Bronfenbrenner equipara el macrosistema a un tren. El símil se nos antoja provechoso. Así, puede haber vagones de primera clase y de segunda, o puede ser un tren de largo recorrido que sólo pare en estaciones determinadas (por ejemplo, grandes núcleos urbanos).

Además, puede haber servicios para todo el tren (cafetería) o sólo para unos cuantos (los pasajeros de primera clase). Por otra parte, los vagones pueden estar interconectados entre sí o aislados. También el tren define el tipo de vagón: el nivel de comodidad puede ser similar en todos los vagones y algo mejor en primera clase, o las diferencias pueden ser muy marcadas. Si, por último, exploramos con mayor detalle este símil, aún tendríamos que contestar preguntas del tipo: ¿quién decide el tipo de tren?, ¿quién establece cuáles son las estaciones de parada y destino?, ¿quién decide los horarios y los precios del pasaje?, etc.

El macrosistema constituye, por tanto, la ideología y el sistema de creencias de la sociedad en la que estudiamos a la persona en desarrollo. Aquí podríamos incluir desde el ordenamiento jurídico de una sociedad, pasando por los valores y tradiciones, la influencia de la religión, las políticas sociales, etc.

Además, el macrosistema también ejerce su influencia en el ámbito de la subcultura; esto es, los grupos étnicos, los estratos profesionales, las clases sociales, etc. La promulgación de una ley puede entenderse como una intervención macrosistémica que afecta al desarrollo de las personas. Pensemos, por ejemplo, en los efectos, a veces conocidos y otras algo mitificados por el cine, de la promulgación de la "ley seca" en Estados Unidos a principios del siglo XX.

Es evidente que provocó una profunda transformación en las correspondencias entre determinadas estructuras ecológicas: eliminación de un tipo de ocio hasta entonces legal (bares), fomento de nuevas relaciones sociales (la clandestinidad), auge de una nueva élite (los gangsters), etc. Esta influencia macrosistémica tiene que ver, como hemos visto, con el tipo de correspondencias que se establecen entre las restantes estructuras ecológicas.

Esto es una consecuencia lógica de la teoría de Bronfenbrenner de equiparar en cierta forma desarrollo con capacidad de relación, como ya hemos discutido con anterioridad. De este modo, un macrosistema que restrinja las posibles interrelaciones de las estructuras ecológicas es un macrosistema que limita el desarrollo de la persona. Por tanto, intervenir en el desarrollo es también intervenir en el macrosistema. Por ejemplo, allá donde exista la intención de un cambio en la legislación en un régimen democrático, habrá un conjunto de expertos que avalen la necesidad de tales cambios.

Estos expertos suelen ser profesionales de prestigio, con vastos currículos. Incidir en su formación es incidir en el macrosistema. Cuando observamos la evolución de una sociedad, es frecuente encontrar cambios en los valores y las costumbres que, en ocasiones, se traducen directamente en cambios en las leyes. No hay que olvidar que una de las fuentes del derecho es la costumbre. Cuándo se produce el cambio y quién decide ese cambio es un tema que excede nuestra capacidad de explicación.

Algunos consideran que una élite dirige los hilos de la sociedad (sería el ejemplo de la superestructura en el marxismo) y otros consideran que existe una mutua influencia entre la ideología y los ciudadanos, que se ajustan mutuamente para dar solución a los problemas que plantea el desarrollo de la sociedad (ésta sería la lectura plural que dan los políticos en los sistemas democráticos).

Independientemente de la posición por la que optemos, parece evidente que la intervención de las personas en el ecosistema pasa también por incidir en las políticas oficiales; bien sea promoviendo y participando en movimientos ciudadanos o contribuyendo como expertos en la elaboración de la legislación, pongamos por caso. Aquí el papel del conocimiento científico es fundamental y no resultan sorprendentes, desde este punto de vista, las polémicas que se suscitan siempre que se pretende cambiar las leyes educativas o delimitar desde la administración el contenido de los libros de texto.

Una ley educativa que promueva el papel protagonista de las asociaciones de madres y padres de alumnos en los centros educativos, proporcionando lugares de reunión en los colegios o dotándolos de autonomía para diseñar actividades extraacadémicas, es una ley que también permite transformar algunas correspondencias en las estructuras ecológicas. Por ejemplo, la relación de la familia con el entorno escolar.

Este protagonismo de los padres puede traducirse en una identificación de necesidades de desarrollo de los niños y en la transmisión de estas necesidades al centro. Además, en tanto que miembros de la comunidad, los padres pueden ser un importante dinamizador de la apertura del centro a la comunidad, poniendo en contacto a miembros de la misma con la institución educativa.

Esto conecta con la definición que da Bronfenbrenner de macrosistema, al señalar que el macrosistema también se refiere a las correspondencias que podrían existir. Como señala el propio autor, este aspecto permite ir más allá del concepto de statu quo para incluir: "[…] los posibles esquemas para el futuro que se reflejan en la visión que tienen de una sociedad sus líderes políticos, sus planificadores sociales, sus filósofos y los estudiosos de las ciencias sociales, que se dedican al análisis crítico y a la modificación experimental de los sistemas sociales vigentes." U. Bronfenbrenner (1987).

El desarrollo global de la persona, por tanto, se ve influido por el tipo de sociedad en la que vive y por las corrientes de pensamiento oficiales o extraoficiales que la caracterizan. Desde el punto de vista de la intervención, conocer cuáles son esas corrientes de pensamiento y qué valores se están fomentando es una condición básica para lograr cierta eficacia, como señalábamos al hablar de los sistemas sociales, los valores, las normas y los roles.

Post Author: Entorno Estudiantil

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